Cuaderno de Bitácora

XXVII Campaña Antártica.- BIO "Hespérides" (A-33)

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‘Hespérides’ (A-33)
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‘Hespérides’ (A-33)

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Mar del Plata a rumbo suroeste con viento bonancible moderado del ENE, mar marejada, mar de fondo, cielo mayormente despejado y buena visibilidad.

Pese a nuestra aproximación al Ecuador climático, el cual se caracteriza por las abundantes precipitaciones motivadas por movimientos convectivos de masas que provocan abundantes precipitaciones, la mañana se presenta de humedad sofocante, eso sí, pero soleada. Para celebrar la primera semana de Campaña, y aprovechando las benignas condiciones meteorológicas reinantes, la comida se sirve en toldilla, organizada por la cámara de oficiales. Aunque el calor aprieta, ya tendremos tiempo de permanecer a cubierto dentro de unas pocas semanas.

Por la tarde, la situación climática cambia. El viento rola al este-sureste y el cielo se cubre de amenazantes nubes cumulonimbos de desarrollo vertical, algunos de los cuales desfogan abundantes chubascos en el horizonte. Poco antes del ocaso, por nuestra proa avistamos uno de los fenómenos meteorológicos más arquetípicos de estas aguas: una tromba marina. Este espectacular torbellino, semejante a un tornado en tierra, se forma como efecto de un movimiento convectivo -ascendente- de masas de aire, por lo que siempre “cuelgan” de un gran cumulonimbo. Son habituales en regiones con aguas cálidas y bajas presiones, como los mares tropicales, pero también pueden darse en regiones templadas. Pese a que todas las mangas de agua son peligrosas, ya que provocan vientos superiores a los 60 nudos, éstas muestran su faceta más destructiva cuando se forman en el seno de un frente tormentoso con grandes movimientos convectivos, por lo que suelen ir acompañados de aparato eléctrico. Estos fenómenos son más propios de zonas templadas, especialmente, sobre grandes planicies terrestres, como las Grandes Llanuras estadounidenses o la Pampa argentina, donde se han registrado tornados con rachas de viento superiores a los 500 km/h.

Tanto en el radar como en el horizonte podemos avistar numerosos chubascos que nos confirman, sin ningún atisbo de duda, que nos encontramos ya en la zona de convergencia intertropical.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo 202 dando un andar de 12 nudos con viento bonancible moderado del nornoreste, mar marejada combinada con dos metros de mar tendida del norte, cielo parcialmente cubierto, horizontes tomados por calima y visibilidad reducida por este mismo motivo.

Las temperaturas continúan aumentando según el “Hespérides” mantiene proa al Hemisferio Sur, navegando ya por debajo de los 12º N. Con Cabo Verde quedado por nuestra popa desde la madrugada, las siguientes costas que barajaremos serán ya americanas. Para eso todavía quedan más de 1300 millas por navegar y diferentes hitos de nuestra derrota, como el cada vez más próximo paso del Ecuador.

La humedad aumenta de forma notoria a la par que la presión disminuye, síntoma inequívoco de que nos aproximamos a la zona de convergencia intertropical. Esta región climática ecuatorial se forma por la interacción de los vientos alisios del hemisferio Norte, de componente noreste, con los del hemisferio Sur, procedentes del sureste. Su encuentro provoca movimientos convectivos de gran virulencia que desencadenan copiosos y repentinos chubascos, muchas veces con numerosas descargas eléctricas. La elevadísima pluviosidad de esta región, combinada con las altas temperaturas, es la responsable de la existencia de espesos doseles selváticos en todas las regiones del mundo atravesadas por el Ecuador. No obstante, aunque navegamos bajo un cielo cada vez más plomizo, las lluvias se reservan para hacer acto de presencia en las próximas jornadas, en vísperas de nuestro cruce del Ecuador y de que Neptuno visite al “Hespérides”, escoltado por su séquito de ninfas y tritones para demandar el tributo que le corresponde recibir para permitirnos surcar sus mares.

Durante el día de hoy, se realiza un ejercicio de abandono de buque con objeto de repasar el procedimiento a seguir en caso de que la última de las eventualidades deba realizarse. Pese a la gran improbabilidad de una contingencia de estas dimensiones por todos los medios y procedimientos con los que cuenta el buque para prevenirlo, parte importante de nuestra razón de ser como militares es prepararnos para las peores situaciones, ya que, en este caso como en muchos otros, la seguridad de toda la dotación y científicos depende de ello.

Durante la mañana de hoy, hemos hecho una conexión por videollamada con los alumnos de 6º de primaria del colegio madrileño Reinado Corazón de Jesús para que pudieran conocer, de primera mano, que el “Hespérides”, un barco de la Armada, realiza anualmente una misión científica en la en la Antártida y responder a todas sus preguntas. Aunque los niños empezaron la llamada con cierta timidez, al ir conociendo más detalles de nuestra misión, se fueron encontrando más cómodos hasta dar rienda suelta a todas las preguntas que les asaltaban. Así pasamos una hora de conversación que hizo las delicias de los alumnos -y las nuestras- y que se habría alargado de buena gana de no ser porque tenían otras clases en su horario.

Pese a que las nubes y la humedad no nos permitan apreciarlas en su totalidad, este fin de semana tiene lugar la lluvia de estrellas conocida como las Leónidas, por encontrarse la mayor concentración de meteoros en las inmediaciones de Leo. Con esta propuesta de plan para estos días, desde el “Hespérides” les deseamos un buen fin de semana, cuando se cumple una semana desde nuestra salida de Cartagena, navegando por el Atlántico tropical rumbo a la Antártida.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo 202 dando un andar de 12 nudos con viento bonancible moderado del noreste, mar marejada, cielo despejado, horizontes tomados y visibilidad reducida por calima.

El “Hespérides” alcanza hoy los 16º de latitud Norte, situándonos unas 120 millas náuticas a levante del archipiélago de Cabo Verde, entre este país insular y el continente africano. Esta pequeña nación -la más occidental de toda África- fue, durante años, uno de los principales enclaves portugueses para hacer aguada en su ruta hacia Goa y sus bases comerciales en Oriente. Se trata de un archipiélago formado por quince islas de origen volcánico, aún con actividad a día de hoy. A pesar de su nombre, el país se caracteriza por la aridez de su clima, aunque atemperado por la fría corriente de las Canarias y la incesante actividad de los vientos alisios, lo que permite que sus termómetros permanezcan todo el año entre los 23 y los 27 ºC.

La presencia de aves nos da fe de nuestra proximidad al litoral caboverdiano. No solo avistamos aves marinas, como la pardela atlántica, sino también un gavilán y otras clases de pájaros terrestres. La presencia de algunos insectos en las cubiertas también es común cuando los barcos se aproximan a costa, especialmente de lugares cálidos. La temperatura del agua marina también continúa en aumento, ya por encima de los 26º C. Las aguas cálidas como estas son el hábitat de uno de los animales marinos más célebres de las regiones tropicales: los peces voladores. Estos pequeños animales han desarrollado como mecanismo de evasión unas grandes alas pectorales que les permiten huir de sus depredadores planeando a distancias de hasta 200 metros, nada desdeñable máxime teniendo en cuenta que miden menos de 30 cm. Durante nuestro tránsito, estamos pudiendo ver decenas de estos pequeños exocétidos que vuelan despavoridos según la proa del “Hespérides” corta las aguas.

A las 1100h de la mañana se continúa con las actividades de adiestramiento interno frente a emergencias en la mar. En este caso, el ejercicio está programado para hacer frente a averías (inundaciones). La ficción del ejercicio consiste en la simulación de una colisión contra un objeto flotante -como podría ser un hielo a la deriva- que provoca una vía de agua de origen externo y la ruptura de una tubería, provocando otra avería de origen interno, ambas en la cámara de máquinas popa, donde se encuentran los motores eléctricos principales del buque. Por lo general, acabar con las inundaciones de origen interno tiene fácil solución, ya que sirve con cortar el paso del agua por el tramo agrietado. Sin embargo, el más complejo proceso de taponamiento de la inundación de origen externo requiere tocar zafarrancho de combate por emergencia en la mar. A fin de evitar un apagón general por cortocircuito, la lucha contra la inundación requiere cortar la alimentación de los equipos eléctricos de la cámara de máquinas -entre los que se cuentan los motores del buque- dejando al buque sin propulsión, esto es, al pairo. Posteriormente, se trata de parchear la vía de agua por distintos medios para frenar la inundación o, al menos, disminuir su caudal de entrada. Simultáneamente, el personal de máquinas se afana en evitar que el nivel de agua en el compartimento continúe aumentando mediante la activación de los medios de achique fijos con los que están dotadas las cámaras de máquinas y espacios bajo la línea de flotación. Además, se alistan las bombas sumergibles que le permiten aumentar el caudal de salida del agua. El empleo simultáneo de ambos procedimientos permite que el caudal de achique supere al de entrada, pudiéndose controlar la inundación hasta que no represente un peligro para la integridad del buque.

A pesar de que el “Hespérides” cuenta con casco reforzado en acero de alta resistencia el adiestramiento en la lucha contra averías es fundamental para reaccionar de forma adecuada contra cualquier contingencia de esta índole que pueda surgir en el desempeño de nuestra misión tanto en cualquier mar del mundo como en la Antártida.

Rinde la singladura sin más novedad

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo 205, en avante 11,8 nudos con viento fresquito del noreste, marejada, mar de fondo, cielo despejado y buena visibilidad.

El “Hespérides” navega en demanda de Mar del Plata a poniente de la costa de Mauritania con pocas novedades en la navegación respecto a las jornadas anteriores. Tras entrar, anoche en latitudes tropicales, los vientos alisios comienzan a rolar al ENE, tomando esa tendencia que, durante siglos, fue empleada por los navegantes españoles para realizar el tránsito entre la península y los virreinatos americanos. Tras recalar en Canarias para hacer aguada, las antiguas naves de vela se dejaban llevar por estas corrientes de aire hasta recalar en el Caribe a través de las Antillas menores. Los portugueses fueron los primeros en aprovechar estos vientos para efectuar su conocida “Volta do Mar”, en el viaje de retorno de su ruta comercial con la India a través del Cabo de Buena Esperanza. Esta consistía en emplear los alisios para separarse del continente africano navegando a un largo hasta superar el paralelo 30º S, retornando a la célula climática de latitud media, donde los vientos reinantes de poniente les devolvían a la Península Ibérica. Cristóbal Colón, avezado marino, conocía esta “volta do mar” y los vientos que debía seguir para navegar al oeste. Su experiencia en aguas atlánticas, sumada a los cálculos que le otorgaban a la tierra una forma esférica con un diámetro de aproximadamente 9.000 km, terminó de cimentar su creencia en la posibilidad de arribar a las Indias por el oeste. Hay quien dice que esta certeza también bebía del relato de un náufrago portugués que afirmaba haber visto tierra a poniente realizando esta maniobra. Sea como fuere, esta afirmación nunca ha sido probada, y, pese a que los cálculos del radio terrestre erraban en errados, el Almirante de la Mar Océana conocía bien los vientos alisios y se sirvió de ellos para arribar a Guanahaní -en las actuales Bahamas- durante el Viaje del Descubrimiento.

Para nuestro tránsito, el role del viento al ENE trae asociado un fenómeno más que conocido por los canarios: la calima. El viento de levante desplaza sobre la mar el polvo en suspensión procedente del Sahara, y recubre con un velo anaranjado el cielo y difumina la silueta del horizonte, proporcionándole el efecto que se conoce en el argot náutico como “horizontes tomados”. Esta turbidez, limita moderadamente la visibilidad y no proporciona al disco solar un aspecto mate, hasta el punto que hacen invisible al Astro Rey en los últimos minutos antes de que el Sol se oculte.

Tras el Ocaso, el efecto de la calima se hace más patente que en horario diurno, ya que las motas de polvo actúan como núcleos de condensación para la gran humedad reinante. De esta manera las oscuras noches sin luna se ven imbuidas de un aspecto neblinoso, aunque sin que lleguen a formarse brumas por la elevada temperatura del ambiente.

Rinde la singladura sin más novedad

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo 200º dando un andar de doce nudos con viento bonancible moderado del noreste, marejadilla combinada con mar de fondo del nornoroeste, cielo despejado y buena visibilidad.

Continuamos navegando en demanda de Argentina más de 60 millas a poniente de la costa saharaui alejados de las principales rutas comerciales del mundo. Los vientos alisios continúan empujándonos suavemente por la popa y el cálido sol subtropical reina en un cielo sin nubes. Pese a estas benignas condiciones para la navegación, la actividad interna a bordo no se detiene. A los trabajos y mantenimientos rutinarios hay que sumar los adiestramientos en luchas contraincendios y contra averías que se efectúan durante el tránsito de bajada. En las primeras jornadas de la Campaña se habían realizado ejercicios de reacciones iniciales frente a incendios o inundaciones -averías- por parte del personal de guardia, en los adiestramientos conocidos como VIGILANCEX. Hoy el VIGILANCEX contraincendios dio un paso más en complejidad, y evolucionó a un zafarrancho de combate por emergencia en la mar para luchar contra una incidencia, en forma de incendio a bordo, que aumentaba rápidamente de dimensiones, haciendo imposible su control por el personal de vigilancia. Un zafarrancho de combate es el máximo nivel de alistamiento de un barco, en el que toda su dotación acude a sus puestos para acometer una acción táctica o, como es el caso, enfrentarse a una emergencia en la mar.

También en la mañana de hoy se realizó un cambio de huso horario “A” al huso “Z”, sustituyendo el empleado en la España peninsular durante los meses de invierno por el propio de las islas Canarias, que se corresponde con el horario UTC. Al navegar hacia poniente, la salida del sol se retrasaba a razón de cinco minutos diarios, a la par que el ocaso se posponía otros quince o más, mientras que nos aproximamos a esa mitad del mundo donde el verano está aún a punto de llegar.

Tras una puesta de sol con horizontes tomados y nubosidad escasa, el “Hespérides” superó uno de los hitos latitudinales que debe recorrer en su derrota en demanda del Continente Helado: el Trópico de Cáncer. Esta línea imaginaria, limitada por el paralelo 23º 27’ N, une todos los puntos más septentrionales del planeta donde el Sol alcanza el cénit de la bóveda celeste en el solsticio de verano. También delimita por el norte la zona climática cálida, suficientemente compleja para albergar en ella desde los desiertos cálidos, presentes en todas las zonas continentales que son atravesadas por el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio (Sahara, Arábigo, México…) hasta las frondosas y húmedas selvas tropicales que son regadas por las copiosas lluvias del Ecuador, como las presentes en el Congo, el Amazonas o Borneo.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo suroeste dando un andar de doce nudos con viento flojo del noreste, mar marejadilla combinada con mar de fondo del noroeste, cielo despejado y buena visibilidad.

Nuestro tránsito en demanda de Mar del Plata llega hoy a la altura de las islas Canarias. Gracias a las buenas condiciones de visibilidad reinantes, poco después de las nueve de la mañana avistamos islote Alegranza, la isla más septentrional del pequeño archipiélago Chinijo, ubicado al norte de Lanzarote, y la segunda isla de mayor tamaño de éste, tras la Graciosa. Atravesamos las islas Canarias a unas catorce millas náuticas de las costas lanzaroteñas. A esta distancia, Lanzarote y Fuerteventura presentan una silueta mucho menos característica que la propia de las islas occidentales, de mucho mayor relieve.

La singladura transcurre sin mayor sobresalto con viento flojo de levante que arrecia levemente en los pasos entre islas. A las seis de la tarde, Gran Canaria apantalla levemente la mar de fondo del noroeste, proporcionándonos una tregua en el balance que nos acompaña desde que abandonamos el Mediterráneo.

Los alisios empujan ya a rumbo suroeste al “Hespérides” cuando, por la noche ya, superamos las islas que los romanos denominaron “Las Islas Afortunadas” por su benévola climatología y en las que establecieron asentamientos comerciales y de manufactura de su preciada púrpura, que empleaban para teñir textiles, en nuestra ruta hacia a la Antártida, diciendo adiós hasta dentro de unos meses a este último rincón de España.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura navegando a rumbo 222º dando un andar de 11,5 nudos con viento flojito del NE, marejadilla combinada con mar de fondo del NW, cielo despejado y buena visibilidad.

El primer domingo en la mar de la Campaña Antártica transcurre sin mayores sobresaltos navegando hacia el archipiélago canario. Las benignas condiciones meteorológicas únicamente se ven alteradas por los efectos una borrasca de gran profundidad al noroeste de las costas gallegas y asturianas que provoca alertas meteorológicas en estas zonas de alta mar. Esta borrasca, previsiblemente, tocará tierra en el litoral atlántico francés y en el Cantábrico en las próximas jornadas dejando fuerte oleaje e intensas rachas de viento en todas estas costas. Sus efectos se propagan a cientos de millas de allí, en forma de largas olas con un periodo prolongado, las cuales constituyen el fenómeno conocido como mar de fondo, generando un balance suave y acompasado al “Hespérides”.

También hoy se reanudan las tradiciones dominicales que son típicas desde hace ya varias campañas. Dos de ellas tocan al menú del día; como la de incluir arroz -generalmente un caldero cartagenero- al mediodía y, a la hora de la cena, hamburguesa completa. Hay quien ya está contando cuantas “hamburguesas” le quedan a la Campaña Antártica.

El ocaso da paso a una noche completamente oscura, ideal para la observación del firmamento, que se ve iluminada en torno a las once menos cuarto de la noche, cuando la luna, cuarto menguante, hace su aparición en el firmamento nocturno iluminando la superficie del mar con su luz blanquecina.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura navegando en aguas del Mar de Alborán a rumbo E en demanda del Estrecho de Gibraltar con viento frescachón de levante, mar fuerte marejada, cielo parcialmente cubierto y buena visibilidad.

Las condiciones meteorológicas se suavizan a lo largo que avanza la madrugada hasta apenas superar los 5 nudos de intensidad al orto. Tan solo la mar de fondo residual atestigua la presencia, escasas horas atrás, de vientos superiores a los 30 nudos de intensidad, que provocó alertas en toda la Costa del Sol. Esta caída del viento permite la formación de uno de los fenómenos climáticos más característicos del Estrecho de Gibraltar: las nieblas de advección. La elevación del aire cálido y húmedo procedente del Mediterráneo sobre la costa más fría provoca la formación de neblinas que reducen la visibilidad.

A media mañana comienza nuestro tránsito por el Estrecho de Gibraltar, uno de los mayores puntos de concentración de tráfico marítimo del mundo. Se calcula que más de 82.000 buques cruzan este paso de 14 km que separa Tarifa de Tánger. En Tarifa, precisamente, se encuentra una de las estaciones de control de tráfico marítimo que regulan esta ingente circulación de buques. Esta pintoresca localidad gaditana, la más austral de la Península, debe su existencia a uno de los hitos que marcaron el devenir de la Historia de España. No en vano, el nombre de la ciudad proviene del árabe “isla de Tarif”. Este Tarif no era ni más ni menos que comandante del primer contingente musulmán que puso el pie en la Península allá por el año 710. Un año más tarde, las huestes mahometanas tumbaban en Guadalete el poderío del reino visigodo de Toledo. Pasarían aquí casi ocho siglos. El escudo de la ciudad muestra tres llaves, representando la indudable importancia estratégica de la ciudad como acceso a la Península.

Pocas horas después, ya navegando en aguas atlánticas, el tráfico comienza a dispersarse a diferentes rumbos. El Hespérides, por su parte, arrumba al suroeste en demanda de las Islas Canarias, puesto que transitará entre Gran Canaria y Lanzarote en su derrota hacia el Cono Sur del globo.

Rinde la singladura sin más novedad.

¡Buenos días a todos y bienvenidos al Cuaderno de Bitácora del Hespérides! En esta sección podréis acompañarnos en nuestra derrota a la Antártida durante las 190 singladuras que llevarán al buque al Continente Helado por vigesimoséptima vez en su ya veterana trayectoria.

A la voz del Señor Comandante, el “Hespérides” toca babor y estribor de guardia para comenzar nuestra derrota hacia aguas antárticas. Lo desapacible de la mañana otoñal no ha impedido que un nutrido grupo de amigos y familiares haya venido a decirnos adiós desde el muelle. Nuestros compañeros a bordo de los demás buques atracados en el Arsenal de Cartagena hacen sonar sus sirenas, deseándonos mares largos y vientos propicios en nuestra singladura.

La emoción de decir adiós a nuestros familiares y compañeros, pronto deja paso a la ilusión por esta nueva aventura que comienza, navegando a 11 nudos en demanda del Estrecho de Gibraltar, para salir de vuelta a aguas oceánicas. La primera escala del “Hespérides” está programada al otro lado del charco, concretamente, la ciudad argentina de Mar del Plata, uno de los principales destinos turísticos del país de la plata y sede de una de las más importantes bases de su Armada.

El viento sopla fuerte del noreste, empujando al buque en su tránsito, pero anunciando la presencia de un fuerte levante en el Mar de Alborán en el momento que el “Hespérides” doble el Cabo de Gata. Dicho y hecho, al poco de caer la noche frente a las costas de Almería, el viento frescachón de levante se encañona entre las barreras montañosas que jalonan el litoral granadino y el marroquí, levantando una fuerte marejada en toda el área. Por fortuna, contamos con mares largos y vientos de popa, con lo que nuestro transitar se ve favorecido por esta circunstancia, menor si la comparamos con las que nos esperan en los mares del Sur.

Rinde la singladura sin más novedad.

    

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