Vida a bordo

B.O. Sarmiento de Gamboa - XXXV Campaña Antártica Española

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B.O. Sarmiento de Gamboa - XXXV Campaña Antártica Española

Amanecemos con buena mar un día más, y bastante niebla. A las 09 realizamos un ejercicio de abandono de buque. Si ya es importante el adiestramiento sobre cómo actuar en un buque en estado de emergencia, más lo es cuando nos encontramos aguas polares. Este océano rara vez supera el grado Celsius de temperatura. Por ello es importante que toda la dotación conozca y cómo proceder ante cualquier emergencia en la mar.

A las 6 de la tarde recuperamos el magnetómetro profundo. A partir de ahora, navegaremos a a mayor velocidad, a unos 10 nudos, y solamente remolcaremos el magnetómetro de superficie.

Un trabajo científico no es una tarea individual, sino un trabajo de equipo, donde trabajan muchas instituciones. Nos gustaría presentar a los 12 científicos participantes en el proyecto “Elgeopower”:

Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA):

- C.F. Dr. Manuel Catalán, Jefe del proyecto.

- T.N. Dr. Roberto Cabieces

- T.N. Víctor de Ory

- T.N. Julián Fiz

Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (Baja California, Méjico):

-Florian Neumann

-Karina Fuentes

Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA):

-Marina Díaz

-José Luis García

Otras instituciones:

-Dra Yasmina Martos (NASA Goddard Space Flight Center/University of Maryland)

-Miguel Ángel de la Fuente (Universidad Complutense de Madrid)

-Alberto Santamaría (Universidad de Salamanca)

-Desirée Palomino (Instituto Español de Oceanografía)

A partir de este momento, cada día habrá una pequeña sección con más información de cada uno de los miembros, y su perspectiva de la campaña.

Nos encontramos en la Cuenca Powell, alejados de tierra, concretamente a 210 millas al Este de la Antártida continental. Seguimos navegando con los dos magnetómetros remolcados por la popa: el de superficie y el profundo a 800 metros. Nuestra velocidad es de 4 nudos. Por fortuna hoy continuamos con una buena mar rizada, que nos permite trabajar y descansar perfectamente.

No es común tener una mar tan buena en esta zona del Océano Antártico, ni que el mar en esta zona esté tan absolutamente despejado de banquisa de hielo y de icebergs. Esto es un verdadero milagro al que debemos de sacar el máximo partido, antes de que el tiempo empeore.

Continuamos nuestra derrota prevista en la Cuenca Powell hasta las 6 de la tarde navegando a rumbo NE. Aún nos faltan 20 millas para invertir nuestro rumbo hacia el SW, pero decidimos hacerlo ya para ganar tiempo ante la previsión de mala meteo que probablemente llegará en un par de días o tres.

Por encontrarnos en un lugar tan remoto, hace varios días que no vemos fauna como las ballenas y pingüinos que vimos en días anteriores, a excepción de algún damero del cabo. Finalizamos el día con una bonita nevada que hace salir a parte de la dotación a realizar fotografías de la cubierta del buque. Fuera, hace una temperatura de cero grados.

06 de enero, día de SS.MM. los Reyes Magos.

El B.O. Sarmiento de Gamboa continúa su tránsito hacia la Cuenca Powell. De madrugada largamos el magnetómetro por la popa del buque, como ya viene siendo de costumbre. Con él, seguiremos tomando datos del campo magnético en la zona.

Estos días estamos de suerte. Estos mares, entre los más complicados del mundo, nos están dando un respiro. La mar es buena. Aunque a las 9 de la mañana nos encontramos una densa niebla que nos obliga a reducir la velocidad por precaución. La niebla se disipa en cuestión de horas dejando ver un cielo encapotado durante todo el día de hoy, aunque sin lluvias.

A las 2 de la tarde, suena por el megáfono un mensaje para la dotación: “Hoy sus majestades los reyes nos han preparado un menú especial”. En el B.O. Sarmiento de Gamboa, los Reyes Magos hoy son Juan y Krasimir, los cocineros. En este 6 de enero nos han preparado un estupendo menú consistente en una tabla de embutidos y queso, solomillo y de postre un roscón de reyes. Todo para festejar las fiestas a 12.000 km de nuestras casas.

Y es que el día de hoy es un tanto especial. Y no sólo por ser festivo, sino por la maniobra innovadora que vamos a llevar a cabo. Será la primera vez que un buque español la realiza: magnetismo profundo. A partir de ahora no llevaremos desplegado un magnetómetro remolcado, sino dos. Uno en superficie, y otro a unos 800 metros de profundidad.

Este segundo magnetómetro que largamos por la popa, tiene un depresor con forma hidrodinámica, similar a un pez manta, que nos ayudará a hundir al magnetómetro hasta la profundidad deseada. Para localizar el depresor, no podemos utilizar un GPS porque no funcionaría bajo el agua, por lo que introducimos un transductor que será el que, a través de señales acústicas, nos informará de la posición en todo momento.

La maniobra comienza a las 14:30 horas, cuando largamos el magnetómetro profundo a 800 metros bajo la superficie.

No conseguimos tomar los primeros datos, por un fallo de comunicación del cable, por lo que volvemos a dar el magnetómetro profundo alrededor de las 5 de la tarde, largando finalmente 2.100 metros de cable. Ya tenemos los primeros datos del campo magnético obtenido por el segundo magnetómetro en el punto donde nos encontramos: 34191 nT (nanoteslas). Conociendo los diferentes valores del campo magnético obtenido por el magnetómetro de superficie, y por el magnetómetro profundo, obtendremos el gradiente (la variación) del campo magnético en cada punto, y un perfil mucho más detallado de las propiedades magnéticas del fondo marino. Esto nos permitirá reconstruir con mayor precisión la historia geológica de este pequeño océano.

Para remolcar el magnetómetro, el buque debe llevar una velocidad de 4 nudos, por lo que a partir de ahora navegaremos sin prisas. Durante la siguiente semana navegaremos realizando un barrido de idas y vueltas en dirección NE y SW para dibujar un mapa de anomalías magnéticas sobre la Cuenca Powell.

Hoy comenzamos la singladura navegando en la cuenca de Bransfield, al sur de las islas Shetland del Sur. Nuestro buque, el B.O. Sarmiento de Gamboa dirige su rumbo hacia la cuenca Powell, al Este de las islas. Aprovechamos el tránsito para realizar maniobras de largado y posterior medida de sonda de flujo de calor. Este equipo nos proporciona el calor que emana del interior de la Tierra. Tras ello, lanzamos el magnetómetro remolcándolo por la popa, para obtener datos del campo magnético en la zona.

La maniobra del largado de la sonda de calor no resulta fácil. Durante la tarde se producen fallos en el chigre que controla la sonda. Esto supuso parar la navegación hasta solventar la avería a las 7 de la tarde, cuando la sonda de calor entra en el agua. La maniobra de izado y largado de la sonda es una maniobra que requiere de tiempo, ya que este instrumento desciende a unos 70 metros por minuto y nos encontramos en profundidades de 2400 metros. Lamentablemente, la sonda no llegó a penetrar el sedimento en esta tercera medición. Afortunadamente, las medidas tomadas en la madrugada de hoy y en el día de ayer fueron excelentes. En este momento, decidimos arrumbar hacia la Cuenca Powell donde realizaremos un experimento novedoso, que mañana os contaremos.

Durante el día de hoy también lanzamos un XBT. Este instrumento es una sonda batitermográfica desechable que se lanza por la borda.

A través de un hilo de cobre, nos llega información de cómo va variando la temperatura con la profundidad. Esto, nos permite conocer la velocidad del sonido e introducir este valor en la sonda multihaz.

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La predicción meteorológica resultó ser peor de lo esperado, mar gruesa, niebla densa y nieve. No ha sido nada fácil descansar esta noche debido al duro movimiento de la nave. A la hora del desayuno, son pocos los valientes que bajan las escaleras para acudir al comedor. Para las 3 de la tarde, estamos muy cerca de las islas antárticas, pero la niebla es tan densa que no conseguimos ver nada

A 16:30 horas por fin alguien da un aviso: ¡Tierra a la vista! Por la proa muy lejano comenzamos a apreciar gigantescas montañas de color blanco atravesando la densa niebla. Es la isla de Livingston, un trozo de tierra helada de casi mil kilómetros cuadrados, con montañas que alcanzan los 1.700 metros de altura. Esta isla es además el hogar de la base antártica española “Juan Carlos I”, entre otras.

En cuestión de minutos, el cielo comienza a abrir y empezamos a vislumbrar más islas: Nelson, Greenwich…un paisaje blanco, con montañas y glaciares que parecen que nacen del mar, y un sinfín de fauna antártica ante nuestros ojos. ¡Un pingüino! ¡Una ballena!...Toda la dotación sale a realizar fotografías por la banda de estribor.

La dotación está eufórica, sobre todo aquellos que ven este paisaje por primera vez. Ya nadie parece recordar las dos terribles noches de mar que llevan a sus espaldas. Ver este paisaje helado definitivamente ha valido la pena, pero ha costado tanto…

A las 22:00 horas el barco detiene las máquinas en frente de la base antártica española Juan Carlos I, en la isla de Livingston para desembarque del personal científico, y pronto la dotación hace una cadena humana para subir víveres desde la despensa hacia la cubierta. Comienza el suministro de víveres a la base. Frutas, hortalizas, verduras, carne…todo lo necesario para nuestros hombres y mujeres allí desplegados.

Son las 12 de la noche y en esta zona del globo la oscuridad total no existe en esta época del año. Los científicos se marchan a reponer fuerzas, aprovechando que en la bahía de Livingston está bien resguardada y el movimiento del buque es nulo, mientras parte de la dotación se mantiene de guardia. Mañana saldremos hacia la segunda de nuestras paradas: Isla Decepción.

Continúa el segundo día de singladura en el B/O Sarmiento de Gamboa rumbo hacia el Océano Antártico. Por delante nos espera una travesía de 500 millas náuticas de distancia para alcanzar el continente antártico. La primera de las paradas será para fondear en la isla Livingston, en las Islas Shetland del Sur.

La navegación durante el día de hoy no es buena debido al estado de la mar. Nos encontramos con una marejada y en ocasiones fuerte marejada, que hacen estragos en la dotación del buque. Es complicado trabajar, dormir o incluso comer en un vaivén de movimientos como éste.

El personal científico maneja el mal de mar como puede. A los que mejor lo llevan, se les ve a conversando en el comedor, trabajando en el laboratorio o haciendo fotografías al rugir de las olas. Se empieza a apreciar la lejanía del lugar donde nos encontramos, pues ya no avistamos ningún otro buque o ave volando en la cercanía. A la hora de comer comienza a nevar. Fuera, cada vez se siente más el frío. Ahora mismo, el termómetro indica 2ºC.

A las 20 horas del día de hoy alcanzamos latitud 60ºS y eso quiere decir, que nos encontramos en la zona del Tratado Antártico. Esta pieza magistral de la diplomacia, ha permitido mantener el continente antártico en un estado virgen ajeno a las inferencias humanas, siempre negativas. Pero de esto, hablaremos otro día.

Nos vamos a descansar esperando que esta dura mar pase pronto. Mañana por la tarde llegaremos a la Antártida.

A las 08h de la mañana zarpamos este primer día del año 2022. Al personal participante se le ve ilusionado. Todos son investigadores experimentados, muchas campañas a sus espaldas, pero esta campaña es diferente. La perspectiva de trabajar en una zona como la Antártida donde la naturaleza permanece en el mismo estado que se ha mantenido durante cientos de miles e incluso millones de años, una meteorología violenta donde en un mismo día pueden pasar las 4 estaciones sobre nuestras cabezas, hacen de esta campaña algo diferente, y esto puede apreciarse en el estado de ánimo de los compañeros.

Comenzamos un tránsito de unas pocas horas navegando por el Canal de Beagle, las mismas aguas, el mismo entorno que hace más de 170 años vislumbraron Darwin y el comandante Fitz-Roy en un viaje que cambió la forma de ver la naturaleza y la especie humana.

Cerca de la 1 de la tarde se desembarcó al práctico. Ahora sí, ahora comienza la aventura, enfrentándonos al Mar de Hoces, el mar potencialmente peor del mundo, donde una ola tiene todo el perímetro de nuestro planeta para desarrollar alturas de varios metros.

La mar a lo largo de la tarde no está excesivamente mal, un poco de popa o aleta de babor, pero es indudable que algo se mueve. Empezamos a tener las primeras bajas por mareo de compañeros, el resto nos reunimos en la zona donde el buque está más estable, es decir a popa, en el hangar. Los que nos reunimos hablamos de las cosas más variadas, los objetivos de nuestros proyectos, los días de confinamiento en solitario….

De esta forma llega la noche. Las perspectivas para mañana no son buenas. La borrasca la tendremos cada vez más cerca y encima. Buenas noches.

    

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