La historia del Arma Aérea no es más que una parte muy reciente de la historia de una Armada secular, pero que pone de manifiesto una vez más que los avances y logros de esta Institución se deben al liderazgo, entusiasmo, dedicación y esfuerzo de numerosos oficiales, suboficiales y marineros que con un gran espíritu de servicio supieron superar dificultades y trabajar en equipo para alcanzar unos objetivos que parecían imposibles. Pone de relieve, además, la gran visión de futuro de la Armada que apostó decididamente desde momentos muy tempranos por el desarrollo de una nueva capacidad, la aviación embarcada, que con el tiempo se ha mostrado fundamental en el desarrollo de las operaciones navales.
En estos párrafos se explicaran brevemente los difíciles inicios de la aviación naval, su brillante participación en el primer desembarco aeronaval de la historia en la Bahía de Alhucemas, su triste desaparición después de la Guerra Civil y su entusiasta renacer a partir de 1954, finalizando con unas pinceladas sobre la actual Flotilla de Aeronaves.
La Aviación Naval empieza a dar sus primeros pasos de la mano de la aviación militar en 1912 cuando un grupo de oficiales de la Armada se forman como pilotos y observadores en la escuela de aviación militar de la base de Cuatro Vientos. Sin embargo, su creación definitiva aconteció el 15 de septiembre de 1917 por Real Decreto de Don Alfonso XIII, puesto a su firma por el ministro de Marina, almirante D. Manuel de Flórez y Carrió.
No hay duda de que en la toma de esta decisión por el Gobierno se estudiaron las enseñanzas que en el campo aeronaval, y en el uso de la aviación embarcada, se estaban obteniendo durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, y su posible aplicación para las operaciones militares que España estaba llevando a cabo en el norte de África contra las tribus rifeñas.
Este Real Decreto estableció tres ejes de actuación para desarrollar la nueva capacidad. En primer lugar, la creación de una Escuela de Aviación Naval para la formación del personal de esta especialidad; en segundo, el establecimiento de una factoría para la construcción del material aéreo naval necesario y, por último, la constitución de tres estaciones aeronavales en las Bases de Cádiz, Ferrol y Cartagena.
En abril de 1918 el Estado Mayor depositaba la responsabilidad de organizar la Aviación Naval en el Capitán de Corbeta Pedro María Cardona Prieto, verdadero precursor de la actual Arma Aérea y oficial de sobrado talento y capacidad de trabajo.
La primera decisión que tomó el Capitán de Corbeta Cardona fue establecer provisionalmente la Escuela de Aviación Naval en Barcelona, en los terrenos del entonces denominado Campo de la Volatería y que hoy ocupa el aeropuerto de El Prat, ya que la construcción de la Escuela en su ubicación prevista junto al Mar Menor, en lo que hoy es la Base Aérea de San Javier, se retrasó mucho debido a distintas dificultades administrativas. Además, se empezaron a desarrollar los aeródromos y bases de aerostación en Mahón (Menorca), Marín (Pontevedra) y Mar Chica (Melilla).
En 1920 se creó en el Estado Mayor Central de la Armada, el Negociado de Aviación Naval para impulsar el desarrollo de esta nueva capacidad y con escasos créditos iníciales, el capitán de corbeta Cardona se dispuso a la adquisición del material necesario. En poco tiempo se recibieron tres aviones Avro 504K para adiestramiento de los primeros pilotos, un modelo muy versátil capaz de operar con ruedas o flotadores y que tenía aceptables capacidades como bombardero, y dos aviones de caza biplaza Martinsyde F-6 Buzzard para empleo en misiones de reconocimiento y bombardeo. Pero en seguida se planteó la necesidad de adquirir hidroaviones para operar desde la mar, y la elección recayó en un modelo italiano, el Macchi M-18, que ofrecía sobradas prestaciones como avión de reconocimiento a baja cota y bombardeo y que en cuanto llegaron a España empezaron a operar desde el puerto de Barcelona.
Después de una frenética actividad y de contratar a varios instructores extranjeros, a principios de 1921 comenzaba el primer curso de la especialidad de piloto naval. Además, y ante la necesidad de dar adecuada respuesta militar a los desgraciados sucesos que han pasado a la historia con el nombre del desastre de Annual, se aceleraba la preparación de la Armada y de la Aeronáutica Naval, mediante la adquisición de un buque que permitiera desplegar y dar apoyo logístico a los hidroaviones. Así, a finales de 1921 el Ministerio de Marina recibía un vapor alemán entregado al Gobierno español (que lo bautizó España nº6) como indemnización de guerra, por las pérdidas sufridas por nuestra marina mercante durante la Gran Guerra, se le renombró Dédalo y, tras profundas modificaciones, quedó operativo en mayo de 1922. Cabe señalar que el Dédalo, además de ser el primer portaeronaves de la Armada, fue el primer buque de aquella época capaz de operar simultáneamente aparatos pertenecientes a las especialidades de aviación y aerostación, ya que podía emplear dirigibles semirrígidos, globos cautivos y hasta 20 hidroaviones del tipo Macchi M-18.
Vemos por tanto que en solo cinco años, y a pesar de los enormes retos tecnológicos, financieros y operativos, la Armada Española fue capaz de desarrollar una capacidad aeronaval propia, sin duda modesta, pero que permitía el despliegue y operación de hidroaviones, lo que demuestra su liderazgo y su visión.
En esos primeros años también se potenció el material de la Aeronáutica Naval mediante la adquisición de cinco hidroaviones F-3 Felixtowey; la construcción bajo licencia de media docena de hidroaviones Savoia S-13, de origen italiano, en los talleres de la aeronáutica naval de Barcelona. Esta aproximación a la adquisición de material mostraba un modelo mixto bastante eficiente; compra en el extranjero aprovechando los bajos precios debido el exceso de aviones tras la primera guerra mundial y, por otro lado, un apoyo a la industria nacional en determinados proyectos viables técnicamente.
Las primeras acciones de combate de la Aeronáutica Naval ocurrieron en agosto de 1922 cuando el Dédalo desplegó en la costa de África para participar en la Campaña de Marruecos. El capitán de fragata Cardona estuvo al mando y la primera operación de combate tuvo lugar el 6 de agosto de 1922, cuando los tenientes de navío Francisco Taviel de Andrade y Julio Guillén, pilotando un Macchi M-18, bombardearon distintas posiciones del adversario. La primera campaña del Dédalo en Marruecos se saldó con más de 125 vuelos de combate por piloto, y aunque su contribución a alcanzar los objetivos de la misión fue modesta, demostró plenamente el potencial de esta nueva capacidad al aprovechar la mar como espacio de maniobra para sorpresa del adversario.
Durante los años 1923 y 1924 la Aeronáutica Naval continuó consolidándose con nuevos cursos de formación, adquisición de nuevo material, como el Supermarine Scarab y el Macchi-24, y participando en distintas operaciones en el norte de África.
Además, tuvo el privilegio de participar por primera vez en la copa Gordon Bennet, una competición de globos muy prestigiosa y exigente donde el globo “Hesperio” quedó cuarto en la general y primero de los españoles, lo que demostraba el grado de preparación de la tripulación de la Armada.
Finalmente, en 1925, llegó la plena justificación de la creación de la Aeronáutica Naval durante el desembarco de Alhucemas, considerado el primer desembarco aeronaval de la historia. En esta ocasión, el Dédalo y los distintos tipos de hidroaviones desarrollaron una intensa acción ofensiva durante el desembarco, bombardeando las posiciones enemigas y debilitando sus defensas tanto en las inmediatas playas como en las alturas circundantes, contribuyendo de manera significativa al éxito del desembarco.
El final de la guerra en África en 1926, proporcionó la oportunidad de concentrar los esfuerzos en reorganizar la Aeronáutica Naval que, tras abandonar parte de sus instalaciones de Barcelona, se ubicó definitivamente en la nueva base de San Javier. Además, se continuó con la actualización del material adquiriéndose modernos hidroaviones Dornier Do J Wall construidos por la empresa nacional Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA) en su factoría de Cádiz, origen de la potente industria aeronáutica nacional.
Fue uno de estos aviones Dornier Do J Wall el Plus Ultra, el que realizó el gran vuelo español, primero en el mundo en cruzar el Atlántico Sur, y en el que participó el Teniente de Navío Juan Manuel Durán González.
La llegada de la República en 1931 supuso el agrupamiento de la aviación civil, militar y naval dentro de un nuevo organismo conocido como Dirección General de la Aeronáutica. En esos años tuvo lugar otro de los hitos de la aeronáutica militar como fue la toma del autogiro Cierva el 07 de marzo del 1934 en el Dédalo, la primera toma de una aeronave de ala rotatoria a bordo de un buque en el mundo.
Así llegamos al inicio de la Guerra Civil en 1936, momento en el que la Aeronáutica Naval se encuentra a un gran nivel, tanto por la experiencia de los pilotos navales como por el número de aviones, si bien es cierto que el Dédalo estaba inoperativo y que algún material rayaba en la obsolescencia. La Armada Española operaba en ese momento doce escuadrillas que, en total, contaban con cerca de un centenar de aviones, algunos de ellos los más modernos de la época como los torpederos CASA Vickers Vildebeest.
Con el estallido de la Guerra Civil los dos bandos unificaron bajo un mismo mando la aviación militar y la aeronáutica naval, y la creación del Ejercito del Aire al finalizar la guerra civil en 1939 supuso la total desaparición de la especialidad aérea de la Armada.
Desde su creación hasta su disolución en 1939, el personal de la recién creada especialidad mostró su capacidad para liderar el desarrollo de la aviación naval superando infinidad de problemas financieros, tecnológicos y operativos. En esos años la Escuela de Aeronáutica Naval consiguió formar a cerca de un millar de hombres, y 121 oficiales se titularon en las distintas ramas de la especialidad. Estos fueron los oficiales, suboficiales y marineros que iniciaron una senda que luego se volvió a iluminar décadas más tarde.
El único medio aéreo del que dispuso la Armada Española en el oscuro periodo que va desde 1939 hasta 1954, fue un hidroavión Heinkel He-114A del Ejército del Aire perteneciente a la llamada "Aviación de Cooperación" y que estaba desplegado a bordo del crucero ligero Miguel de Cervantes. En aquellos años la “Aviación de Cooperación” era la responsable de gestionar los apoyos aéreos que necesitaba la Armada, no obstante, el aislamiento tecnológico y material al que fue sometida España tras la Segunda Guerra Mundial motivó que estos apoyos fueran más bien anecdóticos por una carencia total de medios.
La firma del Convenio de Cooperación Militar y Económica con los Estados Unidos el 26 de septiembre de 1953 rompió el aislamiento de España y abrió una excelente oportunidad a las Fuerzas Armadas Españolas y a la Armada para renovarse y adquirir nuevas capacidades, entre otras la aviación embarcada.
En esos años los helicópteros estaban empezando a adquirir un protagonismo cada vez mayor en las operaciones militares, pero eran desconocidos en nuestro país. La empresa norteamericana Bell Helicopter Corporation, uno de los principales constructores de helicópteros ligeros, hace una oferta al Ejército del Aire, pero el ministro de la época la rechaza. En ese momento el Ministro de Marina no duda en aceptar la oportunidad que se le presenta y se compromete, con el acuerdo del Consejo de Ministros, la compra de tres helicópteros ligeros BELL-47.
Tras un curso en las instalaciones de la compañía Bell llegan a España los primeros pilotos de helicópteros; el Capitán de Corbeta Miguel Brinquis Villanueva y los Tenientes de Navío Eliseo González Mosquera y Francisco Mola Mayayo acompañados por los primeros mecánicos; D. Emilio Zarrabeytia Edilla y D. José Casal Rodríguez. Este pequeño grupo fue enviado a la Escuela Naval de Marín, donde se emplazó la nueva unidad de helicópteros, denominada inicialmente "Grupo de Helicópteros“, y que fue el germen de la actual Flotilla de Aeronaves.
El día 1 de enero de 1954 llegan al puerto de Vigo los tres helicópteros adquiridos por la Armada que fueron montados en Marín por los dos mecánicos antes mencionados y de los que surgirá una estirpe de excelentes técnicos mantenedores de aeronaves que formarán uno de los pilares más sólidos en los que se apoyará la Flotilla para alcanzar sus brillantes resultados.
El primer vuelo de estos aparatos se realizó en el campo de deportes de Carlos I en la mañana del día 19 de junio de 1954, lo que constituyó un primer paso cuyas consecuencias pocos podían predecir entonces. A partir de este instante se comenzó la formación de nuevos pilotos para conseguir una plantilla adecuada y asegurar el relevo generacional. Esta primera misión de enseñanza convierte también al "Grupo de Helicópteros" en escuela, con el nombre de "Escuela de Aplicación de Helicópteros"
Ya en el año 1955 tuvo lugar otro hecho muy importante en la vida de la nueva Aviación Naval cuando un helicóptero Bell-47 toma por primera vez en un buque de la Armada navegando. Con la colaboración del Comandante del remolcador "RR-29" se instala una plataforma de madera en la caseta de popa del buque y se realizan una serie de tomas con el buque fondeado primero y navegando después. El piloto era el Teniente de Navío González Mosquera y la Armada, viendo los resultados y la capacidad potencial del helicóptero, decide la compra de otros tres.
Fue en aquella época donde el Capitán de Corbeta Saturnino Suanzes de la Hidalga, por aquel entonces Comandante del destructor Lazaga, unidad basada en la Escuela Naval para prácticas de guardiamarinas, descubrió la aviación naval y fue nombrado alumno de la segunda promoción de pilotos. A partir de ese momento el Capitán de Corbeta Suanzes dedicó buena parte de su carrera a potenciar el Arma Aérea; en este sentido hay que decir que si Cardona fue el mentor e impulsor de la Aeronáutica Naval en sus orígenes gracias a su energía y espíritu de trabajo, otro tanto cabría decir del Almirante “Ninín” Suanzes respecto del actual Arma Aérea. Gracias a su esfuerzo, y al de muchos otros hombres de los que se rodeó, se consolidó definitivamente el renacer de la aviación naval.
Como se ha dicho la firma del Convenio de Cooperación entre España y los Estados Unidos representó un instrumento muy importante en el desarrollo de la Armada y el de su aviación embarcada. Hay que recordar que la firma del Convenio se produce en un momento de enfrentamiento entre dos potencias en la que la posición geoestratégica de España tiene una indiscutible importancia en el ámbito naval para los Estados Unidos, para frenar y contener la expansión de la flota soviética en el Mediterráneo. Así no es de extrañar el interés de los Estados Unidos en construir una base naval en Rota que permitiera controlar el estrecho de Gibraltar e impulsar los proyectos de cooperación con la Armada para potenciar su capacidad de guerra antisubmarina.
Es en este contexto en el que se adquirieron siete helicópteros medios Sikorsky S-55 para la lucha antisubmarina y se decide en 1957 el traslado del "Grupo de Helicópteros" a la Base Naval de Rota, en esos momentos en construcción. El traslado supuso grandes ventajas para el desarrollo de la aviación naval en todos los órdenes ya que junto al mayor espacio disponible, y una mejor meteorología, habría que añadir la proximidad de la Marina de los Estados Unidos, que a lo largo de los años será un referente para la Armada y la aviación naval. Ese mismo año se vuelve a crear en el Estado Mayor el Negociado de Helicópteros para gestionar todos los asuntos del "Grupo de Helicópteros".
Pero la Armada no fue la única en potenciar su capacidad antisubmarina durante esos años; también el Ejército del Aire creó en 1961, como parte de la denominada “aviación de cooperación”, el Escuadrón 601, basado en la Base Aérea de la Parra de Jerez de la Frontera, dotado con aviones de guerra antisubmarina de procedencia norteamericana Grumman Albatross. Desde entonces personal de la Armada ha servido en dicha unidad como Navegantes y Coordinadores Tácticos.
Pero volvamos a la Base Naval de Rota, en donde una vez asentada la Primera Escuadrilla con los helicópteros Bell-47 y la Segunda Escuadrilla con los Sikorsky S-55 se creó en 1963 la Flotilla de Helicópteros, con el objetivo de unificar todas las unidades y dependencias y se puso al mando del más antiguo de los jefes de las dos escuadrillas. Una vez creada la Flotilla de Helicópteros, continuaron los planes del Estado Mayor para aumentar y mejorar el material, introduciendo los adelantos que ininterrumpidamente se incorporarán a los helicópteros para poder ejercer con mayor eficacia el control del mar y la guerra antisubmarina.
Así, se decidió la adquisición de cuatro unidades del helicóptero Augusta Bell-204 que formaron, el día 7 de octubre de 1964, la Tercera Escuadrilla. Ese mismo año se decidió la adquisición, con gran visión de futuro, de seis unidades del que seguramente ha sido el mejor helicóptero antisubmarino de la historia, se trata del Sikorsky SH-3D SeaKing, del que la Armada adquirió la primera unidad que salió de la cadena de producción.
Poco después, febrero de 1966, se creó la Quinta Escuadrilla de la Flotilla de Helicópteros y se recibieron las primeras unidades. Al personal de la unidad le impresionaron tanto las descomunales máquinas que las apodó como vacas sagradas y se les dio el conocido distintivo de llamada “Morsa”. Lo que no hay duda es que la complejidad técnica, tanto de la aeronave como de sus sistemas, supuso un salto tecnológico muy importante para la Flotilla de Helicópteros que requirió una profunda renovación en la preparación y en los procedimientos de trabajo, tanto de las dotaciones de vuelo como de los técnicos de mantenimiento.
Dada la importancia que la aviación embarcada estaba cobrando, el 11 de abril de 1964 se creó la Sección Especial del Arma Aérea en sustitución del Negociado de Helicópteros, con dependencia directa del Jefe de Estado Mayor de la Armada. Paralelamente se creó el Arma Aérea de la Armada, reuniendo en un organismo todas las dependencias, infraestructuras, aeronaves y personal al servicio de las unidades aéreas, designándose el Helipuerto de la Base Naval de Rota, Base principal.
Pero los objetivos de la Armada a mediados de los años sesenta no se limitaron a la operación de helicópteros antisubmarinos desde escoltas y se buscaron opciones para disponer de un portaeronaves y de operar aviones de ala fija.
Para cumplir el primero de los objetivos, y fruto de los Acuerdos de Cooperación, los Estados Unidos cedieron a España el portaviones ligero USS Cabot que la Armada rebautizó como portahelicópteros Dédalo y que, el 20 de diciembre de 1967, atracó en la Base Naval de Rota. La Armada cumplía así de nuevo con el sueño de tener un portaeronaves, el Dédalo, que fue su buque insignia hasta la entrada en servicio del portaviones Príncipe de Asturias en 1988.
Para avanzar en el segundo objetivo de operar aviones de ala fija, se decidió adquirir cuatro avionetas, las conocidas Piper "Comanche", con las que se formó en 1964 la Cuarta Escuadrilla. A pesar de la insistencia de la Armada, las autoridades del Ministerio del Aire no permitieron que se matriculasen y por lo tanto que operasen. Esta situación se prolongó bastantes años hasta la incorporación de los Harrier a la Armada en 1976. Así en 1977, doce años después de su adquisición, las cuatro aeronaves Piper fueron dadas de alta en las listas de aeronaves de la Armada y aparece el primer emblema de esta unidad "Omnia Vincula Disrumpam", cuyo significado es “Rómpanse todas las ataduras”.
Las Piper Comanche fueron solo una excusa de la Armada para conseguir autorización para operar aviones de ala fija, ya que, en aquellos años, el Estado Mayor seguía con interés el programa de un nuevo avión de despegue vertical, el Hawker Siddeley Harrier, el cual, a finales de los años 60, consiguió superar todas las pruebas operativas y fue adquirido por la Fuerza Aérea del Reino Unido.
Viendo el potencial del nuevo avión, la Armada consiguió que en 1972 el Consejo de Ministros aprobase una demostración a bordo del Dédalo para poder decidir posteriormente su adquisición. Esta prueba se desarrolló con enorme éxito el 8 de noviembre de ese año al nordeste del cabo de Creus, cuando el piloto de pruebas de la compañía Mr. John Farley efectúa la primera toma a bordo con un avión “Harrier”. Poco después la Armada conseguía la autorización del Gobierno para la adquisición de los primeros ocho aviones de despegue vertical "Harrier" que, debido a las difíciles relaciones diplomáticas con Reino Unido, se compraron a la Marina de los Estados Unidos donde los operaba su Infantería de Marina.
En 1973 se creó la Octava Escuadrilla para recibir los nuevos aviones y se formó un núcleo inicial de pilotos y mantenedores. Finalmente, en diciembre de 1976, víspera de Nochebuena, el Dédalo atracaba en Rota procedente de la Base Naval de Mayport con los siete primeros aviones Harrier AV-8A denominados cariñosamente “Matador”. La Armada había alcanzado de nuevo el sueño de operar con aviones embarcados y el Dédalo cambiaba de denominación adoptando el término de portaaeronaves.
Ese mismo año se cambió también la denominación de la Flotilla de Helicópteros por la de Flotilla de Aeronaves, para acoger semánticamente a la recién estrenada Octava Escuadrilla.
En todos estos progresos aparece la figura del Almirante General “Ninín” Suanzes, ya sea como jefe de la Sección Especial del Arma Aérea en distintas épocas, jefe de la Flotilla de Helicópteros en 1972 o ejerciendo el Mando del entonces recién creado Grupo Aeronaval de la Flota en 1975. La firme convicción del Almirante General Suanzes de la importancia de la proyección del poder naval le lleva durante su dilatada carrera profesional a la toma de importantes decisiones sobre el tipo de Armada que España debería tener y que hoy disfrutamos.
A partir de ese año de 1976, la Flotilla de Aeronaves se ha ido adaptando para cumplir con las misiones encomendadas, ya sea modernizando el material de sus Escuadrillas o creando otras nuevas para dar cabida a nuevos helicópteros o aviones. En esta evolución hemos visto la desaparición de la Primera, Segunda, Séptima y Octava Escuadrilla y la aparición de la Novena, Decima y Undécima Escuadrilla. Además, en la Armada hemos visto la llegada del portaviones Príncipe de Asturias y su sustitución por el LHD Juan Carlos I.
A día de hoy la Flotilla cuenta con:
La Tercera Escuadrilla que opera siete Augusta Bell 212 que se incorporaron a finales de los años setenta para realizar misiones de guerra de superficie y antisubmarina. A finales de los años ochenta estos helicópteros se transformaron para la misión principal de helitransporte táctico y actualmente están en un proceso de extensión de vida y modernización con nuevos sistemas de misión que les permitirán realizar con eficacia misiones de vigilancia y seguridad marítima a bordo de los buques de acción marítima.
Gracias a la versatilidad operativa de este helicóptero y a la flexibilidad para su embarque, la Escuadrilla ha participado en la mayoría de las operaciones que ha intervenido la Armada y ha acumulado más de 90.000 horas de vuelo
La Cuarta Escuadrilla, que ha pasado de las antiguas Piper Comanche a contar con tres modernas Cessna Cittation II y una Cessna Cittation VII. Su misión principal es la vigilancia marítima y el apoyo logístico. Ha contribuido al apoyo de numerosas operaciones como Libertad Duradera, Libre Hidalgo, etc. y cuenta con más de 45.000 horas de vuelo.
La Quinta Escuadrilla que, como se ha dicho, se creó a finales de los años sesenta para disponer de helicópteros de guerra antisubmarina de altas prestaciones, actualmente cuenta con diez helicópteros Seaking que en el 2002 fueron modificados para llevar a cabo su actual misión principal de transporte táctico de tropas. Este helicóptero por sus altas prestaciones y su capacidad de carga ha sido fundamental en todas las operaciones que ha realizado la Armada. Además, por su capacidad de salvamento y rescate todo tiempo ha conseguido salvar la vida a multitud de personas en peligro. La Escuadrilla ha acumulado más de 100.000 horas de vuelo y es un constante ejemplo de profesionalidad y buen hacer.
La Sexta Escuadrilla con los Hughes 500 que se incorporaron en la década de los setenta como helicópteros antisubmarinos a bordo de los destructores clase Churruca, también han sufrido un programa de modernización para adaptarse a su misión actual de adiestramiento aeronaval, siendo el primer contacto que tienen los pilotos de la Armada con las operaciones a bordo de buques. Además, contribuye de manera significativa a que se pueden impartir distintos cursos necesarios para la Armada como son el de controladores de helicópteros en la mar, etc.
La Novena Escuadrilla que se creó en 1987 para recibir los Harrier de ataque al suelo AV-8B. A partir de 1996 estos Harrier se han ido sustituyendo por una versión mejorada todo tiempo denominada AV8B Plus que se desarrolló en cooperación con Estados Unidos, Italia y Reino Unido y en donde la industria aeronáutica nacional, a través de Construcciones Aeronáuticas S.A., tuvo un papel importante en la fabricación de este avión en su factoría de San Pablo Sevilla.
El AV8B + es una moderno avión de ataque a suelo todo tiempo que constituye uno de los pilares sobre el que descansa la capacidad de proyección de la Armada y que ha cumplido ya más de 50.000 horas de vuelo.
La Décima Escuadrilla con los helicópteros SH60B constituye el complemento indispensable de nuestros escoltas, tanto las fragatas Clase "Santa María" como las fragatas de la Clase "Álvaro de Bazán". Gracias al sistema LAMPS (Light Airborne Multipurpose System) que permite el intercambio de datos en tiempo real los sensores del helicóptero son una extensión y un complemento de las capacidades de combate del buque y su centro de información y combate. En 1988 se recibieron 6 unidades y en el 2002 otras nuevas 6 unidades.
La Escuadrilla ha participado en todas las operaciones que han participado las fragatas de la Armada y acumula más de 50.000 horas de vuelo. Además, se enorgullece de que Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I realizara un vuelo desde el portaviones Príncipe de Asturias en abril de 1994. Además, el actual Rey S.M. D. Felipe VI recibió en Rota las Alas de Piloto Naval en ceremonia celebrada el 14 de febrero de 1997, después de pilotar un helicóptero SH-60B. Después en varias ocasiones ha pilotado este helicóptero acompañado por distintos compañeros de promoción.
La Undécima Escuadrilla creada en el 2014 para incorporar los Sistema Aéreos Tripulados Remotamente y que actualmente opera el Scan Eagle de reciente incorporación a la Armada. Estos sistemas multiplican la capacidad de nuestros buques para realizar operaciones de vigilancia y reconocimiento a un coste muy inferior de una aeronave. Aunque es la unidad más joven de Flotilla ya ha participado en misiones reales.
La Undécima Escuadrilla además integra los sistemas y medios de la antigua Agrupación de Blancos para Tiro Naval que se creó en 1958 para proporcionar, gestionar y mantener blancos aéreos autopropulsados y remolcados en apoyo de los ejercicios de tiro de las unidades de la Armada.
Además de las Escuadrillas, la Flotilla cuenta con un Grupo Aéreo Embarcable que integra a los distintos tipos de controladores que necesita la Armada para llevar a cabo sus operaciones. Por otro lado, para garantizar la operatividad de todos estos medios la Flotilla cuenta con numerosas unidades de apoyo como son el Segundo Escalón de Mantenimiento donde se ejecutan todas las tareas de mantenimiento preventivo y correctivo de su nivel, el departamento de Simulación con los medios y sistemas necesarios para facilitar el adiestramiento en entornos simulados de dotaciones de vuelo, controladores, mantenedores, el departamento de Medicina Aeronáutica, el departamento de Supervivencia todos ellos imprescindibles para el adecuado funcionamiento de la Flotilla.
Como se ha dicho las aeronaves de la Flotilla han participado en numerosas operaciones reales a bordo de los buques de la Armada como han sido, entre otras, la Operación Sharp Guard en 1993 de embargo naval en el Mar Adriático a la antigua Yugoslavia con helicópteros de la 3ª y 10ª Escuadrilla , la Operación Alfa-Charlie en 1998 de asistencia a amplias zonas de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala tras el paso del devastador huracán Mitch con helicópteros de la 3ª Escuadrilla a bordo del BAA Galicia, la Operación Libertad Duradera en 2002 de respuesta a los ataques del 11 S con helicópteros de la 3ª, 5ª y 10ª Escuadrilla, la Operación Respuesta Solidaria en 2005 de ayuda humanitaria a Indonesia con helicópteros de la 3ª Escuadrilla a bordo del BAA Galicia, la Operación Libre Hidalgo en 2006 en el Líbano para vigilar el alto el fuego entre los contendientes con helicópteros de 5ª Escuadrilla a bordo del BAA Galicia, la Operación Althea en 2008 y 2009 en Bosnia y Herzegovina con el despliegue de dos SeaKing, la Operación Hispaniola en el 2010 de ayuda humanitaria a Haití después de un catastrófico terremoto con helicópteros de la 3ª y 5ª Escuadrilla a bordo del BAA Castilla, y las conocidas Operaciones Active Endeavour de lucha contra el terrorismo internacional en el Mediterráneo activa desde el 2001, la operación EUNAVFOR Atalanta de lucha contra la piratería en el Cuerno de África activa desde el 2009 y la operación EUNAVFORMED Sofía de lucha contra el tráfico ilegal de personas.
Esta es una breve historia de los orígenes de la actual y brillante Flotilla de Aeronaves, una unidad tecnológicamente puntera, que proporciona a nuestra Armada una capacidad operativa indispensable para llevar a cabo las misiones encomendadas.
Antes de finalizar, es preciso recordar que todo lo alcanzado se debe al esfuerzo y dedicación de nuestro personal que ha dado lo mejor para contar con la actual Flotilla de Aeronaves, cuyo origen se remonta a unos pocos valientes marinos que en la lejana década de los años veinte en su primera etapa, y de los años cincuenta en su renacer, decidieron desafiar las dificultades y la carencia de medios para impulsar un sueño: el de disponer de aviación naval.