Díptico 'La Armada Española en el conflicto de Libia'
La Armada Española, junto al Ejército del Aire y ciertos países aliados, ha tenido un papel decisivo en la protección de la población libia frente al régimen del coronel Gadafi en las operaciones que se han llevado a cabo, entre el 31 de marzo y el 31 de octubre de 2011 en el Mediterráneo central frente a las costas de Libia.
Al amparo de las Resoluciones 1970 y 1973 de Naciones Unidas que aprueban diversas sanciones al régimen Libio, la OTAN asumió el mando de la operación UNIFIED PROTECTOR, en cooperación con otros actores de la comunidad internacional tales como la Liga Árabe y la Unión Europea, para el establecimiento de un embargo naval de armas, el mantenimiento de una zona de exclusión aérea y la protección de la población libia.
Medios flexibles y versátilesLa Armada ha aportado un total de 3 Fragatas F-100, con su helicóptero SH¬60B, un Equipo Operativo de Seguridad (EOS) y un Equipo de Desactivación de Explosivos (EDE) embarcados, así como dos Submarinos S-70. Por su parte, el Centro de Operaciones de Vigilancia Marítima de Cartagena (COVAM) ha contribuido al mantenimiento de la situación del tráfico mercante en la zona de operaciones.
Esfuerzo colectivo y conjuntoUn total de 1200 hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas, 900 de ellos pertenecientes a la Armada, han contribuido a este esfuerzo colectivo en el que han participado, de promedio, un total de 8000 personas y 20 buques y 200 aviones a lo largo de los siete meses de la operación.
Embargo marítimoLas fragatas "Méndez Núñez", "Almirante Juan de Borbón" y "Alvaro de Bazán", han patrullado el Mediterráneo central para hacer cumplir el embargo marítimo sobre los puertos libios y detener los barcos sospechosos de transportar armamento o mercenarios. Nuestras fragatas han interrogado a más de 300 mercantes y sus Trozos de Visita y Registro y Equipos Operativos de Seguridad han abordado a un total de 59 buques, una quinta parte de todas las inspecciones efectuadas por los aliados.
Vigilancia e inteligencia
Los submarinos han desempeñado un papel fundamental, por sus especiales características que les permiten llevar a cabo operaciones encubiertas frente a las costas de Libia, de vigilancia del tráfico mercante en las costas y puertos libios así como obtención de inteligencia y monitorización de comunicaciones.
Acciones humanitariasLa fragata "Almirante Juan de Borbón" rescató a 114 inmigrantes subsaharianos que se encontraban a la deriva, sin agua ni alimentos. La fragata les proporcionó asistencia médica y alimentos y posteriormente los evacuó a Malta y Túnez. Además, nuestras fragatas detectaron varias embarcaciones con inmigrantes en dirección a las costas italianas, alertando a las autoridades y permaneciendo en sus inmediaciones hasta la llegada de los medios de rescate.
Coordinación aéreaNuestras fragatas F-100, por sus especiales capacidades, han efectuado tareas de coordinación aérea en la zona y han informado en tiempo real al centro de operaciones aéreas del mando aliado en tierra de la situación de los buques y aeronaves en la mar, contribuyendo decisivamente a la operación de cancelación de vuelos en la zona (NO FLY ZONE).
Limpieza de explosivos a la derivaNuestros buques estaban dotados de un Equipo de Desactivación de Explosivos (EDE) necesario para la neutralización de la amenaza de explosivos improvisados a la deriva y, de un Equipo Operativo de Seguridad (EOS) para operaciones de abordaje a buques no cooperativas.
La gestión de crisis como la de Libia es una de las tres misiones principales previstas para la OTAN. Estas operaciones han puesto de manifiesto el gran valor de las fuerzas navales para responder con prontitud y eficacia ante una crisis emergente de evolución completamente incierta, como ha sido el caso de Libia.
El rápido despliegue e integración de las unidades navales en aguas internacionales (cuestión de días) ofrece a la comunidad internacional, y al mando de la operación, un amplio abanico de opciones militares para responder a la crisis según evolucione la situación.
La flexibilidad y versatilidad de los buques operando en la mar permite cambiar rápidamente de una misión a otra, desde una evacuación de no combatientes, si fuera necesaria, hasta operaciones de embargo de armas, ayuda humanitaria o coordinación aérea.
El hecho de operar desde aguas internacionales y la autonomía logística inherente a las unidades navales, permite prolongar las operaciones en el tiempo sin necesidad de contar con el apoyo político o logístico de una tercera nación próxima a la zona de crisis. La operación UNIFIED PROTECTOR, llevada a cabo por la OTAN para hacer cumplir los mandatos de Naciones Unidas en apoyo a la población de Libia, ha demostrado la eficiencia de los unidades navales y aéreas embarcadas para influir en los acontecimientos en tierra, alcanzando los objetivos perseguidos con unos medios, un coste y un tiempo reducidos, y sin necesidad de desplegar tropas en tierra.