La Antártida es un lugar privilegiado destinado a la convivencia internacional y la ciencia que se rige bajo las condiciones previstas en el Tratado Antártico. El Tratado, hecho en Washington el 1 de diciembre de 1959, ha garantizado el uso de la Antártida exclusivamente para fines pacíficos, la no militarización de la zona, la única desnuclearización efectiva y plena de una región del mundo, la más amplia libertad para efectuar investigaciones científicas conforme a los patrones de cooperación y especialización establecidos, el intercambio de información y de personal, y la preservación del Medio Ambiente Antártico y de sus ecosistemas dependientes y asociados a través de numerosos instrumentos y medios de protección ecológica.
Desde su entrada en vigor, el 23 de junio de 1961, 46 países lo han firmado, de los cuales 28 son Partes Consultivas (miembro de pleno derecho con voz y voto) y 18 son Partes No Consultivas (no participan en la toma de decisiones).
El 4 de octubre de 1991 se firma en Madrid el Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente (también conocido como Protocolo de Madrid), que nace para reforzar el Sistema del Tratado Antártico y por la necesidad de incrementar la protección del medio ambiente antártico y de los ecosistemas dependientes y asociados. El Protocolo de Madrid, actualmente con seis anexos, marca las pautas para la conservación del medio ambiente antártico y garantiza que la Antártida siga utilizándose para los fines previstos en el Tratado.
El Sistema del Tratado Antártico ha ido creciendo con el tiempo dando lugar a una serie de acuerdos que acompañan al texto del Tratado original:
El tratado abarca toda la tierra y plataformas de hielo al Sur de los 60º de latitud, dejando sujetos los mares a las leyes internacionales.
Como consecuencia de él:
A finales de 1.987 comienzan a barajarse a nivel internacional dos hipótesis sobre el futuro de la Antártida: por un lado algunos países siguen planteando reivindicaciones territoriales y otros, sin embargo, entienden que la Antártida debe ser patrimonio de la Humanidad, siendo ésta última la postura española.
Al estar simplemente “adherido” no daba derecho a estar en los órganos decisorios del Tratado, para lo que hace falta ser “miembro consultivo”, y para obtener esta calificación, según el Apartado 2 del Artículo XI del Tratado, “deberá demostrar su interés en la Antártida mediante la realización en ella de investigaciones científicas importantes, como el establecimiento de una estación científica o el envío de una expedición científica”.
En enero de 1.988 la BAE “JUAN CARLOS I” fue abierta y oficialmente inaugurada.
En septiembre de ese mismo año España es admitida como “miembro consultivo”.
En 1.992, se celebró en Madrid una reunión de este Tratado, designando a la Antártida “Reserva natural consagrada a la Paz y a la Ciencia”.
En esta reunión se estableció una moratoria de 50 años para efectuar cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, y se mantiene la investigación.
Bases antárticasLa mayoría de los países miembros del Tratado Antártico mantienen estaciones de investigación científica en la Antártida. Algunas de ellas operan durante todo el año, mientras otras son de carácter temporario y operan sólo en verano. Existe una notable concentración de las bases en la mitad norte de la zona de la Península Antártica. La más antigua en operación continua es la estación argentina Orcadas (desde el 22 de febrero de 1904). La Base McMurdo de Estados Unidos (ubicada al sur de Nueva Zelanda), que disponía hasta hace unos años de una microcentral atómica, es la mayor de todas. La estación estadounidense Amundsen-Scott está situada casi en el Polo Sur geográfico (89°59'51"S - 139°16'22"E), mientras que la rusa Vostok (78°28'00"S - 106°48'00"E) y la franco-italiana Concordia (75°06'06"S, 123°23'43"E) son las más cercanas al polo geomagnético sur.
Durante el invierno austral de 2006, 39 bases de 20 naciones operaron en la Antártida y otros 6 países se sumaron en el verano antártico. Estas bases pertenecen a:
Otros países operan estaciones científicas solamente en verano austral, como:
Entre las bases de verano operadas por países que también mantienen bases en invierno, se encuentran:
Siete de los estados miembros consultivos del Tratado Antártico mantienen reclamos sobre importantes sectores del territorio antártico. En virtud del artículo 4° del tratado existe un "congelamiento" permanente, mientras dure el tratado, de los reclamos de soberanía que fueron hechos valer antes de la firma del mismo e impide durante su vigencia que se hagan nuevas reclamaciones de soberanía, excepto Rusia y los Estados Unidos que se reservaron el derecho a hacer reclamaciones al momento de la firma del tratado.
Los reclamos territoriales, en general, no son reconocidos por otros países ni por las Naciones Unidas. Nueva Zelanda, Australia, Francia, Noruega y el Reino Unido, se reconocen mutuamente sus reclamos antárticos. Argentina y Chile también se reconocen mutuamente las áreas en donde no se solapan sus reclamos y denominan al conjunto de sus territorios antárticos como Antártida Sudamericana. Estados Unidos y Rusia rechazan cualquier reclamo territorial, pero al momento de firmar el tratado, se han reservado el derecho a hacerlos en caso de que otros estados intenten hacer efectivos los suyos.
Los países que mantienen reclamos de soberanía son:
Países que han dejado constancia de su reserva de derechos o interés en participar en un futuro reparto territorial de la Antártida.
Este grupo de países que participan como miembros consultivos del Tratado Antártico, tienen interés territorial en el continente antártico, pero por disposiciones del propio Tratado Antártico no pueden formular sus reclamaciones mientras dure su vigencia.
Del mismo modo Rusia y los Estados Unidos, firmantes originales del Tratado reservaron su derecho a realizar reclamaciones en cualquier momento si otros países hacen valer las suyas.
El Comité Polar Español (CPE) fue creado por acuerdo de la Comisión Permanente de la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT), el 18/05/1998, siendo la base para la coordinación de todas las actividades dependientes de la Autoridad Nacional Polar. La función de coordinación con las instituciones implicadas se realiza a través de la Secretaría Técnica del Comité Polar Español, dependiente de la Dirección General de Investigación.
El CPE incluye tanto a la Antártida como al Ártico. En el primer caso, y como consecuencia de la adhesión de España en 1982 al Tratado Antártico y la firma en 1991 del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, el Comité Polar asume las funciones de coordinación general, aprobación de permisos relativos a la normativa de protección ambiental y establecimiento de prioridades para todas las actividades de Ciencia y Tecnología relacionadas con el Tratado Antártico.
En el caso del Ártico, asume las responsabilidades derivadas del Status de Observador en el Consejo Ártico alcanzado por España el pasado octubre de 2006.
El CPE está presidido por la Directora General de Cooperación Internacional y cuenta con representantes de diversos Ministerios.
¿Qué valor aporta la pertenencia a la Armada Española de los buques de investigación oceanográfica para las campañas polares?Los B.I.O. “Hespérides” y “Las Palmas”, en su propia consideración de buques de la Armada, encarnan una representación institucional ante el resto de Estados.
Gozando del status de buque de estado con las ventajas que esto supone, en suma representa otra muestra más de la contribución de la Armada a la Acción del Estado en la mar.
Por otro lado la Armada aporta su experiencia en la Antártida y una dotación altamente cualificada que es la responsable del mantenimiento y del alistamiento operativo del buque para las campañas científicas habiendo conseguido rentabilizar la utilización del barco al máximo.
BASES ESPAÑOLASEspaña cuenta en la Antártida con dos bases: la ‘Gabriel de Castilla’, instalada en la isla Decepción a finales de 1989 y gestionada por el Ejército de Tierra para apoyar trabajos de investigación y permitir nuestra presencia continuada en el Polo Sur; y la ‘Juan Carlos I’, situada en la isla Livingston, a unas 20 millas de la primera, y gestionada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Es sabido que, a diferencia de la Antártica, en la vasta área adyacente al Polo Norte no hay tierra sino una masa de hielo flotante muy inferior a la que cubre el Continente y el Océano Antártico, con un espesor también mucho menor y mucho más vulnerable al cambio climático.
Además, las tierras de los Continentes Americano y Euroasiático se adentran profundamente en el Círculo Polar Ártico, mientras que ningún otro Continente toca el Círculo Polar Antártico. Este aislamiento hace que la Antártida esté despoblada (a excepción de las bases científicas allí establecidas), mientras que en las regiones árticas viven, aunque en condiciones extremas, 4 millones de personas, de diversas etnias.
El Consejo Ártico (CA) se estableció mediante la Declaración de Ottawa, el 19 de Septiembre de 1996 y de él forman parte los ocho Estados con territorio al norte del Círculo Polar Ártico: Canadá, Dinamarca (por Groenlandia y las Islas Faroe), Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Federación Rusa y Estados Unidos de América.
Las actividades concretas del Consejo Ártico son en líneas generales:
Es misión del Consejo Ártico el adoptar los términos de referencia para coordinar los programas de desarrollo sostenible y diseminar la información sobre educación, investigación y, en general, la promoción de las materias relacionadas con el Ártico.
Además, el relativamente reciente CA, a diferencia, del Antártico, no se apoya en un Tratado y dedica fundamentalmente su actividad a cuestiones técnicas relativas a las tres áreas que se acaban de mencionar, soslayando en cambio cuestiones de mayor calado estratégico, e incluso político, que tarde o temprano habrá también de tener en cuenta y que, esencialmente, son hoy dos:
Debe considerarse además las dificultades en la delimitación de territorios emergentes del hielo, pero sobre todo de plataformas continentales (y sus correspondientes zonas económicas exclusivas) hasta ahora inaccesibles, y que pueden contener un alto porcentaje de los recursos energéticos inexplorados.
Año Polar Internacional, 2007-2008Uno de los factores importantes que impulsaron la firma del Tratado Antártico fue la cooperación científica internacional en la Antártida durante el Año Geofísico Internacional (AGI) 1957-1958. La experiencia positiva del establecimiento de bases científicas en todo el continente antártico y de la realización de todo tipo de actividades de investigación sin ser obstaculizadas por las cuestiones pendientes de soberanía territorial indudablemente contribuyó a la firma del Tratado Antártico al año siguiente.
Cincuenta años más tarde, hay una nueva ola de la cooperación científica internacional en las regiones polares en el marco del Año Polar Internacional (API) 2007-2008, que podría ser considerado como el cuarto API ya que el AGI fue precedido por dos años polares internacionales en 1882-1883 y 1932-1933.
Con objeto de lograr una cobertura completa e igualitaria del Ártico y la Antártida, el API 2007-2008 abarca los dos ciclos anuales completos desde marzo de 2007 hasta marzo de 2009 y más de 200 proyectos, con miles de científicos de más de 60 naciones que abordan una amplia gama de temas de investigación en biología, física y ciencias sociales.
El buque de la Armada “Hespérides” y las campañas en el Ártico y la AntártidaCon motivo de la celebración del Año Polar Internacional 2007/2008, el buque de investigación oceanográfica “Hespérides” zarpó del puerto de Cartagena el 11 de junio de 2007 para acometer diversas campañas científicas en el Océano Glaciar Ártico entre julio y agosto de 2007 y en la Antártida entre noviembre de 2007 y marzo de 2008.
La ejecución de proyectos de investigación en el Ártico y en la Antártida por parte del “Hespérides” fue fruto de la cooperación entre los diversos organismos e instituciones públicas españoles y la colaboración con organismos científicos internacionales.