Incunables y postincunables de la Biblioteca del Real Instituto y Observatorio de la Armada (1489-1550)
INTRODUCCIÓNCon motivo de la celebración en Cádiz (Septiembre de 2005) del IX Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, se han proyectado varias exposiciones virtuales sobre el patrimonio histórico del Real Instituto y Observatorio de la Armada. La primera de ellas, que aquí presentamos, trata sobre los libros más antiguos de su Biblioteca: los incunables (siglo XV) y los postincunables (libros impresos entre 1501 y 1550).
De las treinta y dos obras que reúnen esta característica, hay veintiséis libros relacionados con la astronomía, la astrología y las matemáticas. El resto es bastante variado: náutica, geografía, historia natural, historia y biografías. Analizándolas podemos seguir sin dificultad el proceso cultural que, después de casi un siglo de imprenta, llevaría en 1543 a la publicación de la teoría heliocéntrica de Copérnico. Los especialistas sitúan en esa fecha el inicio de la llamada Revolución Científica , un período de grandes cambios en las concepciones astronómicas que culminó a finales del siglo XVII con la formulación de la ley de la gravitación universal por Isaac Newton.
La astronomía antigua y medieval está representada por ediciones latinas de las obras de Ptolomeo, Albumasar, Alchabitius o Alfonso X el Sabio. A continuación podríamos situar los libros escritos por aquellos astrónomos del siglo XV, como Peurbach o Regiomontano, que prepararon el camino a las grandes novedades del siglo siguiente. Por último, habría que citar los trabajos de autores que hicieron sus aportaciones durante la primera mitad del siglo XVI, entre las que deberíamos diferenciar aquellas que partían todavía de los principios de la astronomía medieval (Apiano, Maurolico, Finé) de las que dieron paso a la revolución astronómica (Copérnico, Rhetico).
La entrada a la exposición se realiza mediante un índice alfabético de autores, formado por una breve referencia bibliográfica y una imagen en miniatura de la portada. Cada una de las entradas del índice da acceso a una página del catálogo propiamente dicho, formada por una ficha bibliográfica en formato normalizado ISBD (a), una imagen de la portada, un texto en el que se facilitan datos sobre la obra y su autor y, por último, una galería de imágenes formada por miniaturas de algunas páginas o ilustraciones destacadas de cada libro. Pulsando sobre cada una de estas miniaturas, incluidas las de las portadas, se puede visualizar una imagen de mayor resolución. Al final de cada página del catálogo aparecen tres enlaces que facilitan la navegación por la exposición, permitiendo el acceso a la página siguiente, la vuelta a la página anterior o el retorno al índice de partida.
Jefe de Servicio de Centro de Cálculo
Ramón Rodríguez-Villamil de Dolarea
Catálogo comentado y selección de imágenes
Francisco José González González
Diseño web
Antonio Cruz Rodríguez
Luis Miguel Peci Sánchez
Archivo Histórico del Real Instituto y Observatorio de la ArmadaOBSERVANDO EL CIELO DE LA BAHÍA
Documentos científicos del Real Observatorio de la Armada y del Real Observatorio de la Isla de León (1788-1806)
La instalación de un observatorio astronómico naval en Cádiz puede ser inscrita en la necesidad de este tipo de instituciones que surge en Europa, como consecuencia de la búsqueda de métodos astronómicos para la determinación de la posición y orientación de los buques en alta mar, y con la intención de mejorar el conocimiento preciso de las posiciones de los astros que habían de ser utilizadas en dicha determinación. De esta forma nació en 1753 el Real Observatorio de Cádiz, un centro de investigación astronómica estructuralmente unido a una institución docente como la Academia de Guardias Marinas, característica que conservaría hasta que, en 1804, se produjese el nombramiento de un director para el Observatorio, desde entonces totalmente independiente de la Academia.
Las primeras acciones llevadas a cabo, tras la creación del Observatorio fueron la adquisición de instrumentos astronómicos en Londres y París, llegados a Cádiz en 1753, y el nombramiento del sabio francés Luis Godin como director de la Academia de Guardias Marinas, de la que, como ya hemos dicho, dependía el recién creado centro. A partir de entonces, iniciaría su andadura científica y docente un nuevo observatorio astronómico europeo, el que dispondría de una mayor cantidad de días despejados y de una localización más meridional. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, coincidiendo con los momentos más álgidos del reformismo borbónico y del impulso oficial a las actividades científicas, el observatorio gaditano se convirtió en una escuela práctica de astronomía para marinos científicos, aquellos que se preparaban para participar en las importantes expediciones cartográficas de finales de siglo. El primer programa sistemático español de observaciones astronómicas, desarrollado entre 1773 y 1776, fue llevado a cabo bajo el mando de Vicente Tofiño. Sus resultados fueron publicados con el título de Observaciones astronómicas hechas en Cádiz, en el Observatorio Real de la Compañía de Cavalleros Guardias Marinas (Cádiz, 1776-1777) .
En el siglo XVIII, los astrónomos prácticos se dedicaron principalmente a profundizar en el programa básico de la astronomía de aquella época, es decir la astrometría o determinación de la posición de los astros mediante el establecimiento del valor de sus coordenadas ecuatoriales (declinación y ascensión recta). Para la determinación de las coordenadas celestes, astrónomos y constructores de instrumentos idearon y perfeccionaron diversos aparatos. El principal instrumento astrométrico instalado en España durante el siglo XVIII fue el cuarto de círculo mural del Real Observatorio de Cádiz, que había sido construido en Londres por John Bird. Con este aparato, adquirido en Londres por Jorge Juan, se realizaron la mayor parte de las observaciones astronómicas del observatorio gaditano. Sus observaciones sirvieron, entre otras cosas, para materializar el meridiano de Cádiz. Desde finales del siglo XVII, los británicos utilizaban como primer meridiano el que pasaba por el Real Observatorio de Greenwich. De forma análoga, España , en la segunda mitad del siglo XVIII, comenzó a establecer su primer meridiano en Cádiz , donde en 1753 había sido establecido el Observatorio Real de la Marina . El meridiano de Cádiz , fue el usado por los navegantes españoles hasta bien entrado el siglo XIX, a pesar de que el Observatorio había sido trasladado a su nuevo edificio en la Isla de León en 1798.
Durante ese período, se realizaron en Cádiz las más antiguas observaciones astronómicas llevadas a cabo por un observatorio español. Los libros manuscritos y los legajos que contienen los resultados manuscritos de las mencionadas observaciones se conservan hoy día en el Archivo Histórico del Real Instituto y Observatorio de la Armada. El Archivo Histórico del Real Instituto y Observatorio de la Armada, integrado actualmente en el Sistema Archivístico de la Defensa, conserva la documentación administrativa y científica generada por esta institución desde su creación a mediados del siglo XVIII hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. Debido a lo específico de sus misiones, el Real Instituto y Observatorio de la Armada ha conservado en su Archivo gran parte de la documentación que otras dependencias de la Armada enviaban a los archivos de los departamentos marítimos.
Esta pequeña exposición, organizada con motivo de la celebración en Cádiz del IX Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (septiembre de 2005), pretende mostrar a los investigadores interesados en la historia de la astronomía española, los primeros cuadernos de observaciones y cálculos y los documentos organizativos pertenecientes al más antiguo de los observatorios astronómicos españoles.
Jefe de Servicio de Centro de Cálculo
Ramón Rodríguez-Villamil de Dolarea
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Francisco José González González
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Colección de Instrumentos Antiguos del Real Instituto y Observatorio de la ArmadaANTEOJOS Y CUADRANTES
Instrumentos científicos del Real Observatorio de la Armada (1753-1798)
El siglo XVIII marcó una completa transformación en los métodos de construcción de instrumentos. Durante las primeras décadas, el progreso en la búsqueda de nuevas técnicas fue relativamente lento. Sin embargo, poco después, gracias a la actividad de personajes como George Graham y John Bird, Inglaterra llegaría a contar con un buen número de excelentes constructores de instrumentos, cuyos trabajos sentarían las bases de la evolución hacia los modernos métodos de construcción adoptados en los primeros años del siglo XIX.
Los primeros telescopios, desarrollados a principios del siglo XVII, fueron los llamados refractores, caracterizados por usar lentes tanto en el ocular como en el objetivo. El principal problema de este tipo de telescopios venía dado por la existencia de dos defectos ópticos, llamados aberración esférica y aberración cromática, que no permitían la presentación de la imagen del astro con la nitidez necesaria para llevar a cabo observaciones de precisión. En el último tercio del siglo XVII, Newton construyó el primer telescopio reflector, cuya principal característica era la sustitución de la lente del objetivo por un espejo curvo. Sin embargo, la dificultad de pulir el espejo con la curvatura necesaria impidió una mayor difusión de este tipo de instrumentos hasta que, a fines del siglo XVIII, William Herschel desarrollara la técnica necesaria. Ello puede explicar que, durante el largo período transcurrido entre su invención por Newton y su perfeccionamiento por Herschel, fueran los anteojos refractores los que tomasen ventaja en la carrera hacia la consecución de una mayor precisión.
La astrometría, o determinación de la posición de los astros mediante el establecimiento del valor de sus coordenadas ecuatoriales (declinación y ascensión recta), terminó convirtiéndose en uno de los principales objetivos de los astrónomos del siglo XVIII. Fue ésta la época del perfeccionamiento del cuarto de círculo mural, un instrumento consistente en un anteojo adosado a un cuarto de círculo fijo provisto de un nivel y situado en el plano del meridiano. El cuarto de círculo mural fue el instrumento astronómico más característico del siglo XVIII y el más especializado para la determinación de las posiciones estelares. Dado que no siempre era posible observar en un observatorio fijo pronto se desarrolló la construcción de cuartos de círculo portátiles, de tamaño más pequeño y fácilmente transportables. Por otro lado, las observaciones astrométricas necesitaban establecer el momento del paso de una estrella por el meridiano de la forma más precisa posible. De ahí que para un observatorio dedicado a este tipo de observaciones fuese imprescindible la adquisición de un buen péndulo astronómico, con el que poder guardar convenientemente la hora.
Por último, algo habría que decir sobre la aparición de los instrumentos de reflexión, pequeños y manejables instrumentos de observación astronómica, desarrollados especialmente para usos náuticos, cuya aparición no tuvo lugar hasta bien entrado el siglo XVIII. El primero de ellos fue el octante de Hadley. El sector graduado del octante permitía medir alturas menores de 90º sin ningún problema. Sin embargo, la necesidad de medir mayores distancias angulares, surgida de la aplicación del método de las distancias lunares, hizo pensar a los constructores de este tipo de instrumentos en una serie de modificaciones que dieron lugar al nacimiento de dos nuevos aparatos, el quintante y el sextante. Este último, cuyo uso ha perdurado hasta nuestros días, se convirtió, a partir de la última parte del siglo XVIII, en el instrumento astronómico más utilizado en la navegación.
Esta exposición, que presenta los instrumentos del Real Observatorio de Cádiz que han llegado hasta nuestro días y que hoy forman parte de la Colección de instrumentos Antiguos del Real Instituto y Observatorio de la Armada, nos permite ver algunos de los aparatos más significativos de la astronomía de la Ilustración, desde anteojos acromáticos hasta los cuartos de círculo, pasando por los péndulos astronómicos y por los instrumentos de reflexión como el octante y el sextante.
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Colección de Instrumentos Antiguos del Real Instituto y Observatorio de la ArmadaRELOJES PARA LA NAVEGACIÓN
Cronómetros marinos de la Armada Española (siglos XIX y XX)
Uno de los métodos ideados en el siglo XVI para la determinación precisa de la longitud geográfica en alta mar se basaba en el transporte de la hora a bordo del navío, pues exigía la observación de un mismo fenómeno celeste desde dos puntos diferentes (el puerto de partida y el lugar donde se encontraba el barco) para calcular la diferencia horaria entre ambas observaciones. No obstante, a pesar de la aparente simplicidad del método, su aplicación a la navegación tardaría muchos años en llegar, ya que la construcción de relojes de precisión capaces de mantener la hora en alta mar, los llamados cronómetros marinos, no tendría lugar hasta bien entrado el siglo XVIII.
En 1736, el relojero inglés John Harrison obtuvo autorización del Board of Longitude para probar un cronómetro marino, cuyos positivos resultados le permitieron conseguir ayuda oficial para construir un reloj más perfeccionado. Unos años más tarde, Harrison fabricó un cronómetro capaz de no superar los cinco segundos de error tras una prueba continuada de 81 días. Mientras tanto, en el último tercio del siglo, los franceses Ferdinand Berthoud y Pierre Le Roy conseguirían construir aparatos de una precisión similar a la obtenida muy poco tiempo antes por el relojero inglés.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el Real Observatorio de Cádiz fue la única institución científica española dotada de aparatos de relojería de precisión. Por un lado, para su uso en las observaciones y para la determinación de la hora por métodos astronómicos, fueron adquiridos algunos péndulos de precisión en Inglaterra. Por otro lado, con la intención de dotar a las expediciones marítimas ilustradas que caracterizaron al último tercio del siglo, la Marina adquirió un cierto número de cronómetros construidos en París por Berthoud, que pasarían a formar parte del cargo instrumental del Observatorio, iniciándose entonces su función como depósito de este tipo de aparatos.
Aunque los primeros cronómetros eran máquinas prototipo, de las que sólo existían contados ejemplares, Jorge Juan consiguió del Gobierno español la adquisición de algunos de estos aparatos para uso de la Marina, que los depositaría en el Real Observatorio de Cádiz. Desde la mencionada propuesta de Jorge Juan hasta 1820, la Marina adquirió 46 cronómetros, también llamados en aquella época relojes de longitud, que fueron inscritos en el inventario de instrumentos del Observatorio. De todos ellos, merecen una atención más destacada, por la importancia de sus constructores, los adquiridos en París a Ferdinand Berthoud y en Londres a John Arnold. Entre septiembre de 1775 y mayo de 1776 llegaron a Cádiz ocho cronómetros construidos en Francia por Berthoud. Fueron los primeros cronómetros marinos de la Armada española. Los pocos cronómetros que quedaron de esta primera época fueron cedidos al Museo Naval de Madrid, donde hoy día se conservan.
Ya en el siglo XIX, la importancia de los cronómetros para la navegación provocó la organización de un servicio especializado para organizar su adquisición, conservación y arreglo. Desde que el Observatorio funcionaba como tal, había sido relativamente frecuente que los oficiales de la Marina acudiesen al relojero de la institución, encargado del cuidado de los péndulos utilizados en las observaciones astronómicas, para el arreglo de sus cronómetros. Esta función técnica desarrollada por el Observatorio de San Fernando quedó definitivamente reconocida cuando, a instancias del director, el Ministerio envió en 1857 a los capitanes generales de los departamentos de Cádiz, Ferrol y Cartagena y a los comandantes generales de los apostaderos de La Habana y Filipinas, una circular solicitando noticias sobre los cronómetros asignados a los buques bajo su mando, con la intención de que el Observatorio pudiese tener constancia del número y estado de los cronómetros al servicio de la Marina.
Poco después, en 1860, como consecuencia de la puesta en marcha de la nueva sección de Geografía, cuya misión primordial sería la conservación y arreglo de los cronómetros, de los instrumentos náuticos, físicos, geodésicos y astronómicos, y de las colecciones de atlas, cartas, planos y derroteros, el Ministerio de Marina se propuso centralizar en el Observatorio todos estos asuntos. Podemos afirmar, pues, que pasada la mitad del siglo XIX quedó establecida definitivamente la función técnica del Observatorio de la Marina en lo que se refiere a la adquisición, conservación y arreglo de los cronómetros marinos.
Como consecuencia de estas funciones, a cargo en la actualidad del Servicio de Cronometría Naval encuadrado en la Sección de Hora, la Relojería del Real Instituto y Observatorio de la Armada custodia una interesante colección de cronómetros marinos, algunos de los cuales han pasado ya a formar parte de la Colección de Instrumentos Antiguos. Estos son los que presentamos en esta exposición, que pretende dar a conocer la variedad y calidad de los cronómetros marinos empleados en los buques de la Armada durante gran parte de los siglos XIX y XX.
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