En la Sala González-Aller se exhibe de forma temporal un trozo del árbol en el que se refugió Hernán Cortés en la “Noche Triste”. Se trata de madera de ahuehuete o sabina, procedente de Tacuba, antigua Hacopan, México, donada en 1864 por Genaro Perogordo, español residente en ese país.
En noviembre de 1519 llegaba Hernán Cortés a la Gran Tenochtitlán, capital del Imperio Mexica, donde fue recibido y agasajado por Moctezuma. Cortés se hizo con el gobierno de la ciudad a la que renombró como Nueva España, pero tuvo que ausentarse para hacer frente a la expedición de Pánfilo de Narváez, quien con un millar de hombres se dirigía desde Cuba a tomar el control de la nueva dependencia española.
Cortés dejó al frente de la guarnición española a su lugarteniente, Pedro de Alvarado; éste, ante el temor de un levantamiento indígena, impuso tan dura represión que provocó la sublevación de los aztecas. Llegado Cortés, al no poder dominar la situación, decidió abandonar la ciudad la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520, pero las tropas españolas fueron descubiertas y atacadas por los mexicanos. En el combate murieron novecientos españoles y sobrevivieron cuatrocientos, muchos de ellos tan malheridos que murieron en los días siguientes, por lo cual a esta noche se la conoce como la “Noche Triste”.
Según la tradición, Cortés se refugió bajo un gran árbol que crecía cerca de Tacuba y lloró su derrota. El árbol, al que se le calculaba unos seis mil años de antigüedad, ardió a finales de los años setenta del siglo XX.