Los Premios Virgen del Carmen fueron creados en agosto de 1939 para despertar el interés nacional por la actividad marítima. Cuentan, por tanto ya con una antigüedad de más de 80 años, durante los que han conocido etapas de notable proyección.
Las normas por las que se rigieron fueron establecidas por la presidencia de gobierno, ógano gestor hasta 1974, año en el que por decreto de presidencia de 18 de enero se dispone que el patronato de Premios Virgen del Carmen pase a depender del Ministerio de Marina.
Comienza entonces una segunda etapa que pudiera titularse como consolidación histórica y que dura hasta 1992. Los solemnes actos académicos de entrega de premios durante esta etapa tienen como escenario dieciocho ciudades alejadas del litoral, que viven una presencia de la armada y que constituyen en cada ocasión una oportunidad de vinculación entre la gente de mar y la de tierra adentro, no solamente por las personalidades que componen el patronato sino por la participación activa de ilustres poetas, literatos, historiadores e investigadores que dieron gran brillantez a los actos. Y que crearon una mentalidad de entendimiento, tan necesaria entre personas de muy distintas afinidades.
Por Orden 22/1991 de 12 de marzo que desarrollaba el Real Decreto de 1207/1989 sobre la estructura básica de los ejércitos, se dispuso la disolución del patronato de Premios Virgen del Carmen, y que dichos premios fueran adscritos al Instituto de Historia y Cultura Naval, al que se le encomienda el estudio, documentación e investigación de la historia de la marina así como la difusión de la cultura naval.
Recibía por tanto el instituto el trascendente legado de una obra bien hecha y asumía el compromiso de la continuación de una tarea que tiene la responsabilidad histórica del pasado y la exigencia y el reto de la superación y estímulo ante el futuro. Una nueva (tercera) etapa acorde con nuevas situaciones y en homologación orgánica con las convocatorias programadas por los ejércitos hermanos de tierra y aire. Así nacieron los premios de pintura y los de colegios y alumnos, manteniéndose con el mayor rango el premio del mar de libros, pero desgajándose los de periodismo y universidad que fueron asumidos directamente por el Ministerio de Defensa.
Desde aquella lograda trashumancia de actos de entrega itinerantes que llevaron el cálido y atrayente mensaje marinero a muchas ciudades del interior, poco vinculadas a temas marítimos, hasta esta consolidación cultural de nuestros días; alienta un único y común objetivo: el acercar la armada y la mar a los españoles a través de la cultura.