Cuaderno de bitácora

XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE

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XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE
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XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo este con viento fresquito del ESE, marejada combinada con mar de fondo de la misma componente, fruto de la acción de los vientos alisios durante una gran extensión del Atlántico Sur, cielo mayormente despejado y buena visibilidad.

Pese a que al mediodía aún no hemos dejado atrás los chubascos que caracterizan estas regiones tropicales de aguas cálidas y vientos constantes que favorecen su vaporización, a lo largo de la tarde el “Hespérides” deja por su popa los grises cúmulos y sus chubascos para navegar bajo un cielo azul de nubes altas. En torno al mediodía se alcanza la primera estación de muestras del proyecto. Para recogerlas, el equipo científico de a bordo emplea, por un lado, unos filtros de aire instalados en el puente alto que toman muestras del viento constantemente para capturar aquellas partículas pirogénicas que se encuentran en suspensión. Para tomar muestras de agua, el “Hespérides” emplea un viejo conocido del proyecto ANTOM, el CTD-Roseta, un dispositivo calable con botellas vacías colocadas en disposición anular calibradas para destaparse y tomar muestras de agua a diferentes profundidades, que alcanzan hasta los 5.300 metros de sonda, en esta ocasión. Como es de suponer, el arriado de tantos metros de cable, junto con las paradas de rigor para estabilizar la maniobra, suponen que el “Hespérides” debe permanecer en estacionario durante más de cuatro horas, a fin de preservar la integridad del cable que mantiene al CTD unido al buque.

A última hora de la tarde, la estación de muestreo de agua termina y es momento para tomar muestras del lecho marino, lo que no es tarea fácil tratándose de llanuras abisales con más de 5000 metros de profundidad. Para obtener estos sedimentos pirogénicos del fondo oceánico, el “Hespérides” empleará un nuevo instrumento oceanográfico inédito en esta XXVI Campaña Antártica hasta ahora. Se trata del “box corer”. Largado por la popa del buque, se trata de una estructura metálica con forma de tetraedro hueco que busca, por su propio peso, clavarse en el fondo marino. Este elemento cuenta con una guillotina metálica que es liberada cuando el “box corer” se hace firme al fondo marino. Esta pieza sirve para cizallar el fango que se ha introducido en el espacio vacío de esta caja de acero y para permanecer cerrándola y manteniendo su preciado contenido dentro de ella durante la maniobra de recogida del cable.

Por más de nueve horas permanece el ˝Hespérides” en estacionario para realizar el largado y recogida de ambos instrumentos de muestreo. Cerca de la medianoche se embarca la preciada carga de fango marino del “box corer”, que será objeto de estudio del personal científico embarcado durante las próximas jornadas.

Rinde la singladura sin más novedad

Comienza la singladura de buen cariz navegando por aguas del Océano Atlántico a rumbo general Este con viento fresquito del ESE, mar fuerte marejada combinada con mar de fondo del ESE, cielos mayormente cubiertos y chubascos ocasionales.

Primera singladura de “PYROWIND”, último proyecto científico de la XXVI Campaña Antártica del "Hespérides”. Como se ha mencionado en páginas anteriores de este cuaderno de bitácora, el objetivo de proyecto es realizar un análisis histórico de la evolución de los vientos en las regiones tropicales, esas zonas conocidas meteorológicamente como célula de Hardley, correspondientes a las latitudes del globo que se encuentran entre los paralelos 23º N y 23º S. Reconocer estos cambios es posible mediante las partículas generadas en otras regiones y que el viento ha ido trasladando hasta el Océano Atlántico. ¿Cuáles son? Cenizas y hollín procedentes de incendios en los bosques tropicales que pueden ser catalogados con una fecha de generación y permanecen durante largo tiempo en suspensión en el aire, el agua o depositados en el lecho marino, según la densidad de estas partículas.

En vista a esto, se continúa navegando a rumbo Este, permaneciendo al Sur del Ecuador en regiones tropicales, en demanda del primer punto de muestreo designado para esta campaña, en una derrota que, tras ganar levante, seguirá a rumbo norte de forma paralela a la costa africana.

Rinde la singladura sin más novedad

A la voz del Señor Comandante se toca babor y estribor de guardia para salir a la mar del puerto de Salvador de Bahía con ventolina, mar rizada y cielo despejado.

Las precipitaciones y nubes que nos dieron la bienvenida en nuestra llegada a aguas brasileñas, y que condicionaron la primera mitad de nuestra estancia en puerto fueron dejando paso al sol, con su calor húmedo tan arquetípico de estas latitudes. Sin embargo, los vientos alisios del segundo cuadrante que barren incesantemente Salvador de Bahía y su cercanía al mar hacen que la ciudad disfrute de un clima envidiable durante prácticamente los 365 días del año.

Durante la estancia en puerto también se embarcó el material perteneciente al proyecto PYROWIND, a sus investigadores -pertenecientes a siete nacionalidades diferentes- y a sus técnicos de la Unidad de Tecnología Marina del CSIC. Este proyecto tiene como objeto analizar la evolución de las corrientes de aire de las regiones tropicales a lo largo de la Historia. La forma en la que esta tarea se realiza es mediante el muestreo de partículas procedentes de incendios forestales que, transportadas por el viento, alcanzan el Océano Atlántico. De este modo, durante los próximos 26 días se tomarán muestras de agua, aire y del lecho marino de toda la franja subtropical atlántica.

Justo antes de la salida a la mar, se efectúa el primero de los cinco cambios de hora que hay que realizar para aproximarnos a la zona horaria de España, con lo que ahora quedamos a cuatro horas de diferencia, que se irán reduciendo en los próximos días. Tras abandonar el puerto de Salvador por su bocana Norte y depositar al práctico en la pilotina, observamos el skyline de la capital de Bahía alejarse lentamente en el horizonte. A medida que el “Hespérides” se interna en el Océano Atlántico, la mar de fondo comienza a hacerse sentir, producto de las muchas millas cuadradas en las que los vientos alisios imperan sobre las aguas del Océano. Del mismo modo, en el radar comienzan a destacar los primeros chubascos, seña de identidad de las regiones ecuatoriales y tropicales en alta mar.

Rinde la singladura sin más novedad

Comienza décima singladura navegando en demanda de Salvador de Bahía de buen cariz con viento fresquito de sudeste, cielos mayormente despejados, mar marejada combinada con mar de fondo y buena visibilidad.

El Domingo de Resurrección en aguas brasileñas nos recibe con un día tan tropical como puede desearse. Sol, calor y un oleaje en descenso anticipan el verano hacia el que navegamos desde el pasado día 7. En apenas una semana, hemos dejado atrás las cumbres nevadas de la terminación fueguina de la cordillera de los Andes, temperaturas que apenas llegan a los 5ºC en las horas centrales del día, ballenas, cormoranes antárticos y pingüinos macaroni y los hemos reemplazado por un sol de justicia que golpea durante casi doce horas al día, los peces voladores y aguas de un azul brillante que reflejan un cielo del que apenas veíamos rastro en la región subpolar.

La navegación en demanda de la Bahía avanza a buen ritmo, aunque por la mañana no tenemos noticia del tráfico marítimo que esperábamos encontrar recorriendo la larguísima costa del Brasil. Nuestra ventaja sobre el PIM –acrónimo que alude a la posición prevista en un momento dado en un tránsito- y esta ausencia de contactos en alta mar nos permite realizar un ejercicio de tiro con armas portátiles para adiestrar a las diferentes vigilancias en el manejo de armamento con el que cuenta el buque.

Según avanza la tarde, comenzamos a tener noticias de otros buques que transitan en estas aguas. El “Hespérides” navega hoy por unas aguas en las que el sondador nos indica la presencia de montes submarinos y otras elevaciones subacuáticas. No constituyen un peligro para la navegación en sí mismos, ya que sus cumbres se encuentran cincuenta metros por debajo de la superficie marítima, pero sí atraen gran número de buques pesqueros. De esta clase son los primeros contactos descubiertos por radar, que se agrupan en torno a las aguas más someras.

Con estas buenas condiciones meteorológicas, el sol se sumerge en el océano poco después de las cinco de la tarde, para dejar que una Luna casi llena ilumine las aguas del trópico, alumbrando nuestra derrota hacia Salvador de Bahía.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Salvador de Bahía con viento bonancible moderado del suroeste, mar marejada combinada con tres metros de mar de fondo del sur, cielo cubierto y buena visibilidad.

El techo de nubes que preside el cielo desde la tarde de la jornada anterior se va dispersando a lo largo de la madrugada, dejando a la vista una luna casi llena que ilumina como un farol la noche tropical. Es esta madrugada, durante la guardia de alba, cuando el “Hespérides” atraviesa de nuevo el trópico de Capricornio, esta vez a rumbo Norte, entrando de nuevo en la región tropical comprendida entre los paralelos 23º Sur y Norte. También va disminuyendo lentamente la mar tendida que, fruto de una borrasca mucho más al sur, provocaba acusados balances en la plataforma que contrastaban con la estabilidad meteorológica reinante.

Es hoy cuando, a la altura del cabo de Santo Tomé, navegando tanto avante con la ciudad más conocida de Brasil, Río de Janeiro, arrumbamos definitivamente al norte, para comenzar uno de los últimos tramos de nuestra singladura hasta Salvador de Bahía. Apenas seiscientas millas nos separan de nuestro destino, y ya navegaremos durante las próximas jornadas mucho más próximos de costa, con lo que probablemente la densidad de tráfico vaya incrementándose en los próximos días. Es esta una zona costera salpicada por numerosas explotaciones petrolíferas, una de las fuentes de riqueza del país sudamericano. Estas quedan a unas doscientas millas de distancia, pero avistaremos algunas de ellas con toda seguridad, según nos aproximemos a Salvador de Bahía.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Salvador de Bahía con viento fresquito del sur, mar marejada combinada con dos metros de mar de fondo de poniente, cielo mayormente despejado y buena visibilidad.

Se cumple una semana de tránsito entre Ushuaia y Salvador de Bahía, una navegación harto tranquila si la comparamos con el caladero pesquero de Malvinas, donde la gran concentración de buques obligó a desviar levemente nuestra derrota, o con las singladuras por la región antártica, donde la cambiante meteorología o la permanente amenaza de encontrar un témpano a la deriva podían complicar la vigilancia de un momento a otro. Aquí, en plena cresta subtropical de altas presiones, con la temperatura del agua y del ambiente en aumento y aproximándonos al Trópico de Capricornio, el único peligro potencial son los chubascos que se forman repentinamente y descargan una gran cantidad de agua durante unos pocos minutos.

Algún fenómeno aislado de esta índole alcanza al “Hespérides” a lo largo de la tarde, sin que desfogue grandes cantidades de lluvia. Pese a que se anticipaba que podría venir acompañado de un aumento notable del viento, el único fenómeno adverso que percibimos es la mar de fondo de componente sur.

Con escoras algo notables provocadas por la mar tendida de esta componente, cae el ocaso, a una hora bastante temprana para la agenda española, las 1718, y deja paso a una noche de cielo encapotado y buena visibilidad.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Salvador de Bahía con viento fresquito del suroeste, mar marejada combinada con dos metros de mar de fondo de poniente, cielo despejado y buena visibilidad.

Continúa nuestra singladura a rumbo noreste a lo largo de la larguísima costa de Brasil sin ningún suceso digno de mención, fuera de los ya referidos. Al transitar con tanta distancia a costa y por fuera de la plataforma continental brasileña, el tráfico por estas aguas es tan mínimo que durante toda la jornada apenas recibimos la posición de un barco por AIS en toda la jornada. Este sistema, el AIS (Sistema de Identificación Automático) es un transpondedor que emplean todos los barcos mayores de 500 toneladas que sirve para emitir su posición, rumbo y velocidad, amén de otros datos de interés como nacionalidad, puerto de origen, puerto de destino o si el buque tiene alguna circunstancia especial de navegación (maniobra restringida, sin gobierno…) a todos los buques que se encuentren en el entorno. Aunque los buques militares no están obligados a emplearlo, este sistema es muy útil para detectar otras embarcaciones y prevenir abordajes o para monitorizar el tráfico marítimo por estaciones de portuarias, sistemas de tráfico o centros de vigilancia marítima como puede ser nuestro COVAM, dependencia de la Armada sito en Cartagena que se encarga de monitorizar en tiempo real todo el tráfico marítimo presente en nuestras aguas y zonas de interés.

En esta tesitura, y con cielos mayormente despejados, continuamos nuestro tránsito en demanda de las aguas tropicales de Salvador.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Salvador de Bahía con viento bonancible moderado del sur, mar marejada combinada con dos metros de mar de fondo de poniente, cielo despejado y buena visibilidad.

La estabilidad que dominó la segunda mitad de la jornada de ayer va a ser la tónica dominante durante la jornada de hoy. El sol radiante en una jornada ciertamente veraniega -aunque ya estamos en pleno otoño- campeará sobre un cielo azul en el que flotan, aislados, nubes como borreguillos. El temporal que pasó hace algo más de 24 horas y ésta es la clásica situación de estabilidad postfrontal que sigue a los frentes fríos.

Lo que no dejamos atrás, y no tiene visos de que vaya a dejar de ser así, es la mar de fondo. Tendida de levante, con periodo en aumento según avanzan las horas, es un bamboleo cansino que inflige un cansancio físico y, sobre todo, mental a la dotación. Esto, desde luego, no tiene nada que ver con un cruce del mar de Hoces, donde las olas llegaron a supera con creces los cinco metros de altura, pero esto dura entre 48 y 72 horas hasta encontrar resguardo en el Beagle o en las Shetland. En un tránsito más largo, como es este caso, la fatiga acumulada se hace mucho más dura.

Al caer el ocaso, el buque ya ha superado la latitud 34º Sur. Esto quiere decir que ya hemos dejado atrás la desembocadura del Río de la Plata y que navegamos 260 millas náuticas a levante de las costas uruguayas. En este tránsito, mucho más alejado de costa que durante nuestra bajada a comienzos del verano austral, apenas hemos encontrado tránsito desde nuestro incidente con el grupo de pesqueros que referimos a la altura de las Malvinas.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo 032º con viento frescachón del noroeste, mar gruesa, cielo parcialmente cubierto y buena visibilidad.

Los efectos del frente frío que barrió al “Hespérides” durante las últimas horas de la jornada de ayer aún se hacen notar, aunque podemos decir que lo peor ha pasado. Las precipitaciones han cesado y, por vez primera en varios meses, podemos contemplar las estrellas sobre el firmamento nocturno. En el permanentemente gris cielo antártico y subpolar, las estrellas no eran observables ni tan siquiera en los días sin nubes debido a la gran humedad del ambiente. Lo que no ha pasado es la mar gruesa que continúa batiendo al buque combinada ahora con mar de fondo, según rola el viento al Sur a lo largo de la mañana.

Sexto día de nuestra navegación entre Ushuaia y Salvador de Bahía, y quinta singladura al rumbo 030 desde que el pasado día ocho dejásemos a nuestro estribor el archipiélago de las Malvinas. Comenzamos en ese momento a remontar las larguísimas costas de Argentina y Brasil, en un tramo de más de 2000 millas náuticas de longitud. Poniendo este dato en perspectiva, esta distancia es mayor que la que separa España de Canadá. Así continuaremos hasta el próximo día 16, cuando, a la altura del Cabo Frío – cerca de Río de Janeiro – el buque arrumbe al Norte, en vísperas de su recalada en la Bahía de Todos los Santos.

A pesar del movimiento provocado por las olas, más acusado por proceder la mar de viento de una componente distinta que la de fondo, el clima es ya de lo más veraniego. Con más de 20º C en el termómetro y el sol presidiendo un cielo azul, las temperaturas invitan a pasar cada vez más tiempo en exteriores, si no fuese por el cansino cabeceo del buque.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando a rumbo nornordeste, en demanda de Salvador de Bahía con viento bonancible moderado del norte, mar marejada, cielo cubierto y buena visibilidad.

La meteorología da un breve respiro durante la madrugada del día de hoy, con una caída del viento por debajo de los 10 nudos durante las horas de madrugada, la cual permite que el estado de la mar amaine notablemente, lo que favorece el descanso de toda la dotación. Sin embargo, esta estabilidad tiene su contrapartida. Las mismas nieblas de evaporación que nos acompañaron durante parte de la madrugada de ayer hacen acto de presencia con las primeras luces del día de hoy. En estas latitudes, el agua marina se encuentra a 13 ºC, valor coincidente con el indicado por el mercurio en las horas más frescas del día y, con el viento débil reinante, se condensa en una capa brumosa sobre la superficie del mar. No tardan en disiparse a lo largo de la mañana, cuando los rayos del sol elevan la temperatura hasta los 20ºC, temperaturas propias de una latitud austral equivalente a las de septiembre en la mitad Norte de nuestra Península Ibérica.

Después de varios días navegando a buen ritmo, en parte gracias al nudo extra que nos aportaba la corriente de las Malvinas, la situación cambia notablemente. En apenas 4 horas el buque pierde tres nudos de avance sin razón aparente. Según nos acercamos al Río de la Plata, es cierto que la corriente de las Malvinas se dispersa hacia levante, pero en el Derrotero no hay ni rastro de otras corrientes que provoquen un descenso tan acusado de nuestra velocidad. ¿A qué se debe entonces este contratiempo? Su origen debemos buscarlo en el viento. Desde hace ya varios días, el anemómetro indica la prevalencia de vientos de componente Norte o Nornordeste. La presencia de vientos de una misma componente en una región extensa del mar no solo genera oleaje y mar de fondo, particularmente cuando su intensidad no es especialmente elevada. La fricción de la masa de aire en movimiento con la superficie oceánica induce sobre el agua un movimiento en la dirección hacia la que sopla el viento, levemente desviada hacia poniente por acción del Efecto Coriolis. Este fenómeno es conocido como corriente de arrastre, y su aparición súbita es la que provoca que el “Hespérides” se quede “clavado”. Para compensarla, debemos privar del descanso que estábamos brindándole a uno de nuestros cuatro generadores diésel desde nuestra salida de Ushuaia para poder disponer de las máximas revoluciones del buque.

La aparición de un frente frío pondrá fin a la tranquila situación que se venía experimentando desde la madrugada. Poco antes del mediodía, un aumento del viento hasta los 25 nudos acompañado de un role al noroeste barruntó su llegada. Causa y efecto: horas después la mar comienza a dar muestra de sus efectos, induciendo un oleaje de tamaño cada vez más notable. Podríamos alegrarnos de que la corriente de arrastre ha cesado si no fuera porque, al caer el ocaso bajo unos chubascos bien copiosos, el buque vuelve a dar pantocazos contra a las olas de cuatro metros que arremeten contra el casco. En cierto modo, esto recuerda a algunos cruces del Mar de Hoces, con la peculiaridad de que en este caso la mar nos golpea de proa, no de través como al sur de Hornos. El viento continúa su role a poniente en un movimiento que, previsiblemente, terminará entablándose en el tercer cuadrante cuando la tempestad haya pasado. Pero aún quedan unas cuantas horas para eso.

Rinde la singladura sin más novedad.

    

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