Cuaderno de bitácora

XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE

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XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE
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XXVI Campaña Antártica y Campaña Investigación ZEEE

Comienza la singladura de regular cariz navegando a rumbo 034º con viento fresquito del noreste, fuerte marejada de dicha componente y visibilidad reducida por bancos de niebla.

La presencia ocasional de nieblas y neblinas es una constante durante toda la madrugada y parte de la mañana de hoy. Como es ampliamente conocido, la niebla no es más que una nube – moléculas de agua condensada en suspensión - a la altura del nivel del mar. En rigor, se llama niebla a aquella que reduce la visibilidad por debajo de un kilómetro, reservándose el término “neblina” para todas las nubes bajas que reduzcan la visibilidad por encima de este umbral y por debajo de los dos mil metros. Aunque en su formación influyen muchos más factores, como la presencia de partículas en suspensión o la estabilidad del aire, podemos decir que la niebla se forma cuando la cantidad de vapor de agua en el aire es el máximo que éste puede absorber, y el aire puede absorber más humedad cuanto mayor es su temperatura. En meteorología, se conoce como “punto de rocío” a aquella temperatura en la que se produce la condensación del vapor de agua en suspensión. La diferencia entre la temperatura real y el punto de rocío indica humedad relativa existente en un momento determinado, permitiendo prever la formación de nieblas cuando ambos valores sean coincidentes.

Las temperaturas comienzan a tornar paulatinamente más cálidas según nos alejamos de la región subpolar. La corriente de las Malvinas, aunque fría por su origen antártico, también se va atemperando paulatinamente con la latitud. La convergencia de la temperatura del agua marina con la del punto de rocío explica la formación de estas neblinas que estamos experimentando. Este fenómeno se da especialmente en las horas más frías del día; cuando la temperatura ambiente es igual o menor que la del mar y condensa de inmediato el agua recién vaporizada. Como es lógico, éste no es el único mecanismo de formación de un fenómeno tan complejo como son las nieblas, pero la triple comparativa entre temperatura ambiente, punto de rocío y temperatura del mar son uno de los principales métodos con el que los marinos nos anticipamos a su aparición.

A lo largo de la mañana, cuando el sol comienza a calentar el ambiente, estas brumas matinales se disipan permitiéndonos más de 10 millas náuticas de visibilidad. También ha tenido algo que ver en esto el viento, que ha arreciado notablemente desde medianoche, levantando olas de más de dos metros.

Tras un Domingo de Ramos bastante movido, a última hora de la tarde la situación comienza a estabilizarse. Aunque la mar continúa bastante alegre, la caída del viento durante la tarde pronostica una mejoría en la situación que se van confirmando según avanzan las primeras horas de la noche.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en demanda de Salvador de Bahía a rumbo 030 dando un andar de 11 nudos con viento fresquito del noreste, cielo cubierto y buena visibilidad.

Durante la madrugada del día de hoy, dejamos atrás el archipiélago de las Malvinas, junto con su intensa actividad pesquera y continuamos navegando a cerca de 300 millas náuticas de la costa patagónica argentina. Durante la mañana, en un escaso lapso de tiempo el sondador pasa de monitorizar escasos 180 metros de profundidad a perderse en sondas superiores a los 2000 metros. Esto significa que hemos abandonado la plataforma continental argentina. La mayor parte de la vida marina se concentra en los menos de 200 metros de sonda que definen la plataforma continental por lo que, al abandonarla, dejamos atrás casi todo el tráfico pesquero con el que nos topamos durante la mañana de ayer. No obstante, la flota internacional que ambiciona las capturas de estos ricos caladeros no es la única interesada en la plataforma continental. Numerosas bolsas de petróleo y de gas natural se encuentran también en el subsuelo del lecho oceánico. Hasta el punto que se calcula que una cuarta parte de la producción mundial de crudo procede de las plataformas continentales.

La explotación de los recursos almacenados en la plataforma continental es causa de numerosos litigios y conflictos entre naciones costeras. Para tratar de resolverlos, el Derecho del Mar establece que los derechos de explotación de los recursos almacenados en ésta, corresponde al país ribereño de la plataforma continental hasta un máximo de 200 millas náuticas desde su línea de costa, si es que las sondas inferiores a 200 metros se internan tanto en alta mar. A pesar de que la legislación internacional intenta abarcar toda la casuística posible, no es suficiente para acabar con todas las disputas por estos recursos, en muchos casos, por no existir voluntad de aceptarlo por una de las partes en conflicto. Una de las misiones de la Armada es, por tanto, proteger los derechos que España tiene sobre su plataforma continental, así como sobre las otras áreas marítimas sobre las que ejerce soberanía o derecho alguno a fin de permitir la libertad de actuación de nuestros barcos y la explotación de nuestros recursos nacionales.

Cerca de las 1830h de la tarde tiene lugar el ocaso, y una ligera llovizna comienza a caer sobre las cubiertas del Hespérides, reduciendo la visibilidad. Así cae la noche, oscura como la boca del lobo por la combinación entre las nubes dominantes en el cielo nocturno y la ausencia de iluminación lunar. Aunque las temperaturas distan de ser veraniegas, a esta hora de la noche el mercurio se coloca holgadamente por encima los 10 ºC, un valor que apenas habíamos observado desde nuestra primera recalada en los Canales Fueguinos.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz navegando en aguas del mar Argentino en demanda de Salvador de Bahía con viento flojo del noroeste, mar marejada combinada con un metro de mar de fondo del sur, cielo cubierto y buena visibilidad.

Tras navegar durante la madrugada con las condiciones antes referidas, durante la mañana una densa niebla reduce la visibilidad en grado extremo en torno al “Hespérides”. La bruma es tan espesa que dificulta la visión de la misma proa del barco desde el puente de gobierno. Para colmo de males, frente a la navegación en soledad que llevábamos a cabo durante los tránsitos por el Océano Austral o por el mar de Hoces, el AIS -Sistema de Identificación Automático de los buques- identifica en nuestro derredor hasta cinco buques pesqueros de diversas nacionalidades, entre ellos dos de bandera española. No en vano, transitamos 80 millas a poniente de las islas Malvinas, en cuyas aguas se encuentra uno de los principales caladeros de merluza negra y gambón austral del mundo. En general, todas las aguas relativamente someras que caracterizan la plataforma continental del Mar Argentino, donde tiene lugar la confluencia de la corriente fría de las Malvinas procedente del Antártico con la cálida del Brasil, hacen que sean una región extraordinariamente rica para la pesca y muy atractiva para los pesqueros de todo el mundo. España es, tras Japón, el país con más consumo de pescado per cápita del mundo, y nuestra flota pesquera se aventura hasta latitudes tan remotas como estas en busca de capturas.

No podemos pasar de largo esta región sin mencionar el polémico archipiélago que dejaremos atrás a lo largo de la tarde. Durante nuestra estancia en Ushuaia, capital de las Malvinas según las reivindicaciones argentinas, numerosos monumentos, carteles y eventos conmemoraban los 40 años del conflicto que enfrentó al país contra el Reino Unido por su soberanía y rinden homenaje a los más de 600 jóvenes argentinos que en él perdieron su vida. Las islas, cartografiadas por españoles en los albores del siglo XVI y con toponimia de origen francés -llamadas “Malouines” por la procedencia de Saint Malo de sus primeros colonos galos- continúan siendo una reclamación territorial muy presente en la psique de la nación argentina, particularmente en la región de Tierra del Fuego, donde pudimos leer numerosas pancartas y letreros que rezaban: “Las Malvinas son argentinas y fueguinas”.

En torno al mediodía, el calor del sol disipó en pocos minutos la bruma y nos mostró el numeroso grupo de pesqueros que faena en estas aguas. Tras una maniobra para salir de la parte más concurrida del caladero, el “Hespérides” continúa su tránsito a rumbo noreste dando un andar de 11 nudos en demanda de aguas brasileñas, a donde arrumbará el día 19 de este mes.

Rinde la singladura sin más novedad.

A la voz del Señor Comandante, se toca Babor y Estribor de guardia para salir a la mar desde el puerto argentino de Ushuaia, la ciudad más austral del planeta, en demanda de la localidad brasileña de Salvador de Bahía.

El final de nuestra escala en Ushuaia marca el final de la XXVI Campaña Antártica del “Hespérides”. Nuestra estancia en puerto sirvió, además de para despedir a los integrantes de la XXXV Campaña Antártica Española en las bases para desembarcar sus dos contenedores con residuos y material de las bases, siendo esta la última operación logística que, en rigor, forma parte de la Campaña. A bordo quedan las muestras científicas procedentes del proyecto ANTOM y de los más de 14 proyectos a los que el “Hespérides” apoyó y que se llevaron a cabo en tierra, que serán conservadas en los refrigeradores del buque hasta su llegada a Cartagena.

El Canal Beagle se ha puesto sus mejores galas para despedir al buque hasta la próxima primavera austral. Bajo un cielo completamente despejado, tremendamente extraño en Tierra del Fuego, las nevadas cumbres montañosas de la Cordillera Martial nos muestran toda una paleta de colores desde el blanco níveo de sus picos, pasando por los rojos, amarillos y naranjas otoñales de la vegetación en sus laderas, hasta las desorganizadas viviendas que constituyen la ciudad del Fin del Mundo. Con la mar en calma como un espejo, podemos distinguir con facilidad los soplidos de un par de ballenas que pueblan estas aguas, una breve despedida en nombre de todas las que pudimos avistar al sur del paralelo 60º.

A primera hora de la tarde, el buque ya baraja la costa Sur de la Tierra del Fuego en mar abierto, tras desembarcar al práctico argentino en el límite oriental del paso. La climatología es mucho más benigna que la última vez que navegamos aguas abiertas, ya que apenas un metro de ola tendida del Sur atestigua la violenta actividad de las aguas del mar de Hoces, millas al Sur de nuestra posición. Esta situación mejorará aún más cuando recalemos al poco de caer la noche en el estrecho de le Maire, que separa la isla grande de la Tierra del Fuego de la isla de los Estados. Este Estrecho, de naturaleza traicionera por las corrientes y temporales frecuentes en esta región pero que nos ha mostrado su mejor cara en nuestros dos cruces de esta Campaña, tiene un paso homónimo en el Continente Blanco, aunque nombrado en honor de un explorador belga del siglo XIX, tocayo del marino holandés que bautizó este paso hace ya cuatrocientos años.

Tras superar el paso entre isla los Estados y el continente americano, arrumbamos definitivamente a rumbo Norte, en demanda de costas brasileñas pero, ya por fin, cada vez más cerca de España.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de mal cariz navegando en demanda de Ushuaia con viento fresquito del SW, fuerte marejada y buena visibilidad.

Tras una segunda jornada del cruce de mar de Hoces con meteorología bastante rigurosa, afrontamos la última singladura antes de recalar en Ushuaia con mar en descenso según nos aproximamos al Canal Beagle. Así, tras recoger al práctico en la madrugada, recalamos a primera hora en la capital fueguina, donde desembarcará la dotación de las Bases y su material. Aprovecharemos ahí hasta nuestra salida a la mar, programada para el día 7 para disfrutar de unos días de descanso en los que, por fin, podremos pisar puerto sin descuidar las medidas de precaución COVID que nos permitan seguir adelante con nuestro próximo proyecto desde Brasil.

En torno a las 10 en punto de la mañana, a la voz del Señor Comandante, se toca Babor y Estribor de guardia para recalar en el puerto más visitado de esta navegación. Finaliza así nuestra labor en el Continente Helado, pero aún no termina la campaña de investigación. Un último proyecto científico nos espera en Brasil, desde donde ya retornaremos definitivamente hacia España.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de mal cariz navegando en aguas del mar de Hoces en demanda de Ushuaia con viento frescachón del Noroeste, fuerte marejada combinada con mar de fondo de poniente y visibilidad reducida por chubascos de lluvia.

Como anticipábamos el día anterior, el último cruce del mar de Hoces va a hacer honor a su fama en nuestro último cruce de la campaña. Poco después de medianoche, coincidiendo con nuestra salida del área delimitada por el Tratado Antártico, el primer frente de la borrasca que pronosticábamos ayer barrió la posición del “Hespérides”, haciendo saltar al viento por encima de los 30 nudos y provocando olas mayores de tres metros. Ya no bajará en lo que queda de día.

Tras el paso del frente frío, el día amanece con un sol radiante en el cielo. Sin embargo, esto es un engaño ya que el viento no da tregua y la mar continúa aumentando su intensidad según avanza la mañana. En estos días de mar gruesa, el barco se convierte en un buque fantasma. A excepción de las guardias de puente y máquinas o de los servicios de habitabilidad que permiten seguir funcionando al buque, los trabajos se relajan y desaparece gran parte del personal, sobre todo del ajeno a la dotación, que capea el temporal en sus camarotes. Las camaretas, comedor y, por supuesto, el gimnasio permanecen casi desiertos. En cocina también es un gran incordio, por lo que el menú habitual se reemplaza por elaboraciones más sencillas o bocadillos que no se vean tan afectadas por los pantocazos del buque.

Por la tarde, un nuevo frente cierra la visibilidad en torno al buque y desfoga abundantes chubascos con viento que supera los 45 nudos de intensidad. Las olas de mayor tamaño, combinadas entre la mar de viento y la de fondo, alcanzan la altura del puente de gobierno cuando apenas restan 60 millas náuticas para alcanzar el Cabo de Hornos. Posiblemente, es la peor mar con la que lidiamos desde nuestra subida por aguas del mar de Bellingshausen desde el paralelo 71º S.

Con las últimas horas del día la cercanía a costa se hace notar. El viento cae por debajo de los 30 nudos y la mar de fondo ya es, con mucho, la predominante. Pocas horas más dura el movimiento, hasta que, un par de horas antes del ocaso, alcanzamos los 56º S que marcan el punto más meridional del continente americano, donde su resguardo se hace patente según transitamos a rumbo Norte.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura fondeados en el interior de Puerto Foster con viento y mar en calma, cielo mayormente despejado y buena visibilidad.

La Antártida ha decidido despedirnos regalándonos una de las jornadas más resplandecientes de toda la campaña, quizá el día más soleado desde aquella tarde en Bahía Margarita, aún en pleno verano austral. Isla Decepción cubierta de nieve bajo un cielo azul es un espectáculo que no deja indiferente a ningún miembro de la dotación. Además, la mayor parte de tareas logísticas que teníamos pendientes para el cierre de la base “Gabriel de Castilla” ya se han completado durante la tarde de ayer, por lo que hoy únicamente tenemos pendiente el embarque de la dotación de la base y de sus efectos personales, así como un reducido número de cajas con residuos procedentes de la Base.

El sol radiante y la ausencia de viento son una oportunidad ideal para realizar una última visita a tierra. De entre todos los puntos de interés existentes en isla Decepción que nos han mostrado los militares de la Gabriel de Castilla, nos decantamos por Caleta Balleneros. Esta es una pequeña bahía colindante con los Fuelles de Neptuno, justo en la cara Norte del acceso a la isla, que recibe su nombre de la estación ballenera noruega que estuvo operativa aquí durante el primer tercio del siglo XX. Tras su cierre, fue rehabilitada por el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, primero como base militar permanente y luego como centro de investigación científica. Una serie de erupciones volcánicas en los años 60 terminaron de clausurar el complejo. Recorrer las varias millas que separan el fondeadero del ”Hespérides” de la Caleta merece la pena. Cubiertas por un manto de nieve, las ruinas de las instalaciones balleneras y científicas son aún visitables, así como el cementerio de balleneros que estaba anexo a la estación. Entre todas ellas destacan, por su imponente tamaño, los depósitos de aceite de ballena en los que los noruegos almacenaban la preciada grasa de sus capturas. La caleta también se encuentra poblada por un nutrido grupo de lobos marinos, muy desconfiados de los extraños visitantes, y de pingüinos papúa, de los que algunos ejemplares se aproximaron a nosotros, tal vez curiosos, tal vez miopes. Otro de los intereses que suscita esta bahía es la existencia de fumarolas, que atestiguan la actividad volcánica existente en isla Decepción. Esas fumarolas son columnas de humo blanco provocado por el vapor procedente de los charcos que deja la marea al retirarse. En efecto, el agua de estas pequeñas acumulaciones de agua está caliente, no así el agua marina de la Caleta.

En el buque, la actividad sigue a buen ritmo. Antes del mediodía, la parte correspondiente al material ya está completada, restando únicamente el embarque de la dotación de la base y sus pertenencias para completar su cierre. No obstante, la Antártida nos reservaba el enésimo garreo del ancla de este apoyo a bases para despedirnos, coincidiendo con un aumento del viento suroeste, mientras se efectuaba este movimiento. Así, tras levar fondeo recibimos a los primeros 16 miembros del Ejército de Tierra que abandonan la “Gabriel de Castilla”. Una hora después, ya se encuentran a bordo todos los miembros de la dotación y de la Base Antártica.

Con toda la dotación del buque de nuevo a bordo, ya con el cielo encapotado y viento aullante típico antártico, enfilamos por última vez los Fuelles de Neptuno. Este es un paso que, por muchas veces que se atraviese, resulta impresionante. Aunque aún quede una jornada para abandonar definitivamente el paralelo 60º S que delimita el área del Tratado Antártico, la última salida de Fuelles se celebra descorchando una botella de cava, con la efusividad que merece haber cumplimentado con éxito una nueva Campaña Antártica.

No podemos finalizar la última edición de este Cuaderno de Bitácora desde tierras antárticas sin hacer una mención a Gabriel de Castilla: el militar español que da nombre a la Base Antártica del Ejército de Tierra. Palentino de nacimiento, Gabriel de Castilla hizo carrera castrense en el Nuevo Mundo donde alcanzó el grado de capitán de artillería. Nombrado Almirante al mando de tres naves, partió de Valparaíso en demanda del mar de Hoces en una expedición destinada a reprimir la piratería holandesa al Sur de Chile. En verano de 1603, reconoció un archipiélago navegando cerca de los 64º Sur al que bautizó como islas de la Buena Nueva. De este hecho, el marinero neerlandés Laurenz Claesz afirmó haber "... navegado bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con tres barcos a lo largo de las costas de Chile hacia Valparaiso, i desde allí hacia el estrecho, en el año de 1603; i estuvo en marzo en los 64 grados i allí tuvieron mucha nieve." Entonces no se le dio gran relevancia, pero la flota de Gabriel de Castilla acababa de descubrir el último Continente: la Antártida.

Como tantos otros héroes nacionales, su figura permaneció relegada al olvido hasta hace muy poco tiempo. Además, no existe unanimidad entre la comunidad científica internacional en considerar a Gabriel de Castilla descubridor de la Antártida. No obstante, resulta llamativo que sean los propios holandeses -enemigos de nuestro personaje- los que se hacen eco de su hallazgo y aportan detalles descritos por su expedición que son perfectamente asemejables al perfil de costa que conforman las islas Shetland del Sur y el archipiélago de las Melchior, aún más al Sur. Desde estas líneas se recuerda al descubridor del Continente Helado, al que rinde tributo el nombre de la Base Antártica en cuyo mástil ondea todos los veranos australes la bandera de España.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de regular cariz fondeados en isla Decepción con el cuarto grillete del ancla de estribor en el ancla y con viento fresco del SW, racheado hasta frescachón, mar marejada y visibilidad reducida por chubascos intensos de nieve.

A pesar de los pronósticos que anticipaban una caída del viento durante las últimas horas de la jornada de ayer, continuamos durante la madrugada con el viento duro que nos dio la bienvenida a través de los Fuelles de Neptuno durante la tarde de ayer. Tanto es así que, tras garrear unas cuantas yardas, el buque se ve obligado a enmendar fondeo bajo un temporal que ha recubierto al “Hespérides” de varios dedos de nieve.

Por la mañana, ya tras el paso de la tempestad, el espectáculo es digno de contemplar. Sin apenas viento en puerto Foster, el buque se encuentra fondeado sobre una balsa de aceite en el que, la completa cobertura blanca de la isla, unida a la moderada reducción de la visibilidad provocada por las precipitaciones hacen que el buque se encuentre sumergido en un entorno onírico completamente blanco. Los módulos de la base “Gabriel de Castilla”, perfectamente perfilados contra la costa, son el único detalle del paisaje que nos devuelve a la realidad.

La nieve acumulada sobre la cubierta del buque devuelve a la infancia a más de uno. Cualquier persona que se aproxime a la toldilla por error es cosida a bolazos por el contramaestre d. Leandro y demás personal de maniobra que se afana en la maniobra de las embarcaciones.

Tras realizar movimientos de material por la mañana, en estas condiciones meteorológicas ideales, por la tarde se programan dos movimientos de personal a tierra. El primero de ellos es una excursión de carácter turístico a Caleta Balleneros, una pequeña Bahía situada en la cara interior de los Fuelles de Neptuno que servía antaño de refugio para los balleneros que surcaban estas aguas. En el siglo XIX los británicos establecieron ahí una estación ballenera para procesado y almacenamiento de grasa, en desuso desde hace décadas, y cuyos restos son visitables y de gran interés histórico.

Por otro lado, hoy tiene lugar el tradicional acto de arriado de la bandera española en la Base Antártica del Ejército de Tierra “Gabriel de Castilla”. Esta ceremonia marca el final de la Campaña Antártica en esta base y cuenta con la asistencia de una delegación del buque en representación de su dotación. Tras una breve visita a las instalaciones -completamente nevadas, como toda la isla-, tiene lugar el acto; una breve secuencia consistente en el arriado de la enseña nacional bajo los compases del Himno, frente a las formaciones en hilera del personal del Ejército de Tierra y de la Armada. Como todo acto que se precie, no pudo faltar la copa de vino de rigor ofrecida por la Base a todos los asistentes en celebración del evento, que nos ha servido para confraternizar con nuestros compañeros del Ejército y para poder ver la Campaña Antártica desde otro punto de vista: el de las bases en tierra.

Al ocaso, tras despedirnos de la Gabriel de Castilla, a cuyo personal recibiremos a bordo mañana, volvemos al “Hespérides” para pasar la noche antes de reanudar el apoyo logístico mañana por la tarde.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura fondeados frente a la base Juan Carlos I en Caleta Española con ventolina, mar en calma, cielo parcialmente cubierto, buena visibilidad y escombros de hielo glaciar en 3/10 de concentración en torno al buque.

Es el último domingo de la XXVI Campaña Antártica que el “Hespérides” pasará en el Continente Helado. Tras una semana de apoyo logístico, despedidas de personal científico y cierre de instalaciones, hoy se clausura la Base Antártica Española “Juan Carlos I” durante el próximo invierno austral. Finaliza hoy la XXXV Campaña Antártica Española en estas instalaciones, gestionadas de la Unidad de Tecnología Marina (UTM), dependiente del CSIC. En esta campaña, han pasado por la base científicos españoles y extranjeros pertenecientes a proyectos de investigación de diversos campos, como la dinámica de glaciares, la geomorfología o biometeorización de rocas. Esta es la más antigua de las dos Bases Antárticas Españolas, aunque fue remodelada por última vez en el año 2018. Queda la base deshabitada hasta el año que viene y todo el material científico, así como pertrechos de la base, han sido embarcados a bordo del “Hespérides”.

Todo el material perteneciente a la base o a proyectos científicos ya se encuentra a bordo desde la jornada anterior, por lo que sólo queda esperar a que el personal de la base empaquete sus pertenencias y se pertreche antes de ser recibidos a bordo. Aprovechando la espera y las buenas condiciones meteorológicas reinantes, tras la desaparición del hielo glaciar en el agua, hay quien aprovecha la mañana para visitar la base y el entorno circundante. Esta estabilidad tiene las horas contadas. La irrupción de una borrasca esta tarde que sube desde el mar de Bellingshausen descargará un temporal de viento y nieve de componente SE.

En torno al mediodía, coincidiendo con la caída de los primeros copos de nieve, comienzan los barqueos de la dotación de la Base. En pocos minutos, ya contamos a bordo con 16 de los últimos técnicos que recibiremos a bordo en esta Campaña Antártica y nos despedimos de la “Juan Carlos I”. Al dejar atrás isla Livingston, con el resguardo que nos proporcionaba la accidentada cordillera Tangra, de más de 1000 m de elevación, los rigores del temporal se ciernen sobre nosotros. Vientos de más de 30 nudos nos acompañarán en nuestro tránsito hacia isla Decepción.

No ha dejado de nevar en toda la tarde cuando enfilamos los Fuelles de Neptuno a rumbo general oeste por última vez de la Campaña. Bajo una copiosa nevada, que ha cubierto completamente la isla de blanco, Decepción nos recibe con la falsa esperanza de encontrar resguardo de los fuertes vientos en puerto Foster. Nada más lejos de la realidad, bajo una nevada que apenas permite distinguir los módulos de la Gabriel de Castilla del resto del paisaje, ordenamos fondo con más de 25 nudos del oeste, con mucha precaución ya que el tenedero no es el más fiable.

Contando con una mejoría del tiempo por la noche y la madrugada, la “Gabriel de Castila" apura sus últimas horas de Campaña, antes de culminar el cierre de la base en la jornada de mañana.

Rinde la singladura sin más novedad.

Comienza la singladura de buen cariz fondeados en Caleta Española, isla Livingston, con el quinto grillete del ancla de estribor en cubierta y con viento bonancible moderado del W, mar marejadilla, cielo parcialmente cubierto y buena visibilidad.

Al despuntar el alba, se confirman los favorables pronósticos meteorológicos para hacer movimientos con embarcaciones. La apertura de un espacio entre dos bajas nos proporciona una jornada sin lluvia y con viento por debajo de los 10 nudos. Además, los escombros de hielo glaciar – no olvidemos que la base Juan Carlos I se encuentra a poca distancia al Sur del glaciar Johnson y del glaciar Contell – que suelen ser el mayor impedimento en toda Bahía Sur con vientos de componente Norte, no hacen acto de presencia en toda la mañana. Incluso el sol se deja ver tímidamente para redondear la mañana.

Mientras que los barqueos con dos zodiac transportan material al buque desde la base a buen ritmo, la dotación franca de guardia -en estas jornadas de apoyo a Bases se opera a dos vigilancias– realiza una excursión al glaciar Johnson, resarciéndose de la cancelada el día anterior por causas meteorológicas en isla Decepción. El glaciar Johnson preside la bahía homónima, un mordisco al sureste en la costa oriental de Caleta Española. Cerrada por una manga de piedras que queda cubierta por el agua con marea alta, el viento de componente Norte hace que los escombros de hielo arrojados por el glaciar queden confinados en esta cala, dándole un aspecto vítreo a la superficie de estas aguas.

Algún espécimen de fauna antártica también poblaba esta zona, como bien pudo constatar el CBO Jorge Tari. Mientras posaba flotando –con su traje de supervivencia– en las gélidas aguas se encontró con la compañía inesperada de un lobo marino que asomó su cabeza a escasos centímetros de él, curioso por el extraño visitante. Menos sorpresivamente, en la playa, se encontraba un congénere suyo, acompañado por una foca cangrejera, una pareja de skúas y dos pingüinos papúa, también muy interesados por los excursionistas aunque, recordemos, lo de los pingüinos no es curiosidad, sino miopía.

Por la tarde, la segunda vigilancia y el personal de hostelería se preparaba para hacer lo propio, ya que las condiciones meteorológicas se mantenían favorables. Ya se había desplazado un segundo grupo a la playa cuando, repentinamente, se tuvo que cancelar el movimiento de la segunda embarcación con personal hacia tierra. El motivo, la súbita entrada de brash – escombro de hielo – que, en pocos minutos, rodeó al buque dificultando la maniobra de las embarcaciones. Este brash no procedía de los dos glaciares vecinos a la base, sino de la orilla opuesta del golfo. El viento suave del Norte había desprendido numerosos trozos de hielo de los glaciares que cubren la práctica totalidad de la cara norte de Bahía Sur y los había desplazado lentamente hasta nuestra posición. Esta circunstancia hace que se recupere inmediatamente al personal destacado.

A este contratiempo se suma una avería en la grúa de la base, por lo que las operaciones logísticas, que se habían realizado de forma constante durante toda la jornada hasta este momento, también entran en suspenso.

Tras aproximadamente una hora de pausa, el apoyo logístico se reanuda como antes. La dotación de la “Juan Carlos I” ha podido reparar su maquinaria y las embarcaciones retornan a la playa para cargarse de material. A diferencia de esta mañana, ahora les toca abrirse paso lentamente entre los pedazos flotantes de hielo que se han acumulado en Caleta Española para llegar a la orilla. Con todo, para las siete y media de la tarde ya se han finalizado todas las tareas logísticas que restaban en la Base Juan Carlos I, quedando únicamente el reembarque de su dotación y efectos personales durante la mañana de mañana.

Hoy en España se realiza – probablemente por última vez – el cambio de hora de invierno a verano (pasando del huso horario “A” al “B”) aumentando la diferencia temporal con el buque a 5 horas. Poco efecto tendría hacer estos cambios de hora en latitudes tan extremas como estas, donde, en apenas un mes y medio, se pasa de tener luz crepuscular durante las 24 horas del día, con el sol saliendo a las 3 de la mañana a las escasas cinco horas de luz diarias que alumbran durante el invierno austral a las despobladas bases antárticas españolas.

Rodeados de escombros flotantes de hielo, el buque se prepara para pasar la última noche fondeado frente a la base Juan Carlos I, de la que nos despediremos hasta la próxima campaña.

Rinde la singladura sin más novedad.

    

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